miércoles, junio 06, 2012

El Vaticano, incapaz de frenar la hemorragia de escándalos


Las nuevas revelaciones dan sobre el paradero de la chica de 15 años desaparecida en 1983

El mayordomo del Papa habría actuado durante los últimos meses como agente doble

Cuando el diablo se aburre, mata moscas con el rabo. Dos semanas después de la detención de Paolo Gabriele, el Vaticano sigue sin explicar cuándo, desde cuándo, por qué y para quién robó el mayordomo infiel la correspondencia secreta del Papa. En consecuencia, los periodistas —en el papel del diablo— se han puesto a rebuscar por su cuenta y lo que empieza a surgir, en medio de la hemorragia incontenible de filtraciones, es un agujero insondable de escándalos interconectados. Un topo que antes de su detención hizo de agente doble. Una muchacha de 15 años desaparecida hace tres décadas y cuyo rastro vuelve ahora para señalar a un supuesto obispo pedófilo. Y un banquero de Dios caído en desgracia y perseguido hasta la deshonra por un grupo de cardenales furiosos. La interconexión es un pequeño Estado de 40 hectáreas gobernado por hombres ya ancianos cuya teórica función es administrar los asuntos de Dios en la Tierra.

Paolo Gabriele sigue detenido, aunque también esto es una cuestión de fe. Nadie sabe a ciencia cierta qué derechos asisten al mayordomo, si ha declarado realmente o si no, si lo ha hecho asistido de abogado, si ha llegado a algún tipo de acuerdo con su empresa que es a la vez su Estado, su policía y su juez. Tanto es así, que el portavoz de los abogados de Paolo Gabriele es también el portavoz del Papa, Federico Lombardi, un hombre, por lo general, de pocas palabras. Por tanto, todo lo que se sabe del filtrador detenido es lo que se filtra, valga la redundancia. Y, según los últimos datos, Paolo Gabriele, el traidor, el topo, habría actuado durante los últimos meses de agente doble.



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