Lo que se debata en Santiago está dirigido a 600 millones de habitantes
de los 33 países de América Latina y a otros 500 millones de los 27
países europeos.
Del próximo 26 al 28 de enero se reunirán en
Santiago de Chile más de cuarenta jefes de Estado y de Gobierno para
participar en la Cumbre CELAC Chile 2013 y en la primera cumbre
CELAC-Unión Europea. Para ambas reuniones numerosas autoridades de los
33 países de América Latina y el Caribe y los 27 de la Unión Europea ya
han confirmado su participación, mientras se espera que haya resultados
muy positivos para los países participantes.
Nuestro país se ha
preparado para este encuentro y así lo ha manifestado el presidente de
la República, Sebastián Piñera, quien ha manifestado la importancia de
aprovechar esta magnífica oportunidad en que América Latina vive un
auténtico renacimiento, que permite ir cerrado brechas con el mundo
desarrollado, recuperando el tiempo perdido en el desafío de hacer del
continente una región más libre, más justa y más prospera. También ha
advertido que se está a mitad de camino, justo cuando las pendientes se
hacen más acentuadas, la ruta más hermosa pero también más difícil. Por
ello no se deben bajar los brazos ni mucho menos creer que se ha llegado
a la cima.
El tema central de la cumbre se titula «Alianza para
un desarrollo sustentable: promoviendo inversiones de calidad social y
ambiental». El tema y la reunión no pueden ser más oportunos.
En este tema económico hay
posibilidades grandes de trabajo conjunto, como ya ha quedado
demostrado. Por ejemplo, el comercio entre CELAC y la UE ha tenido una
considerable expansión promedio anual de 13% en los últimos diez años,
alcanzando los 276.000 millones de dólares en 2011. En el caso de la
Inversión Extranjera Directa (IED) de la UE en la CELAC, en 2011 sumó
613.000 millones de dólares, que es prácticamente la mitad de lo que
recibe la región. Por su parte, la CELAC tiene una inversión de 117.000
millones de dólares en Europa, que representa un 53% de lo que invierte
la CELAC en el mundo, todo lo cual ilustra el compromiso de recíproca
colaboración.
Sin embargo, el asunto no puede quedar ahí. Hace
algunas semanas, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, precisó
cuatro desafíos cruciales para los países de América Latina, que exigen
a su vez cuatro grandes reformas orientadas a su éxito. El primero es
mejorar el sistema educacional, clave en el mundo globalizado y en la
sociedad del conocimiento y la información; el segundo es integrarse más
al mundo de la ciencia y la tecnología; el tercero es fomentar las
fuerzas de la innovación y el emprendimiento; finalmente, lograr mayor
igualdad de oportunidades y reducir la pobreza.
Al reiterar la
oportunidad del momento en que se realiza esta cumbre, en la que
apuntaremos alto, no podemos perder de vista que lo que se debata en
Santiago, en las próximas semanas está dirigido a 600 millones de
habitantes de los 33 países de América Latina y el Caribe y otros 500
millones de los 27 países europeos. Sin duda, un universo que tiene la
fuerza suficiente para plantear una nueva era en las relaciones de ambas
regiones. Una etapa de mayor integración, de mayor colaboración, de
mayor diálogo político para que afloren los elementos que nos unen y a
los que nos son ajenos la comunidad de valores y principios.
Se
trata, en definitiva, de apuntar alto, de ser inconformistas, de no
quedarse con los éxitos logrados, sino apuntar a los desafíos
pendientes. Esta reunión del CELAC y la del CELAC-UE nos permitirán,
desde Chile, emprender en conjunto estos desafíos, con la certeza de que
sólo el trabajo sostenido y bien orientado puede asegurar los éxitos
del futuro. Será una cita con la historia de dos continentes y en ella
estamos persuadidos, trascenderá que juntos podemos avanzar más para que
también Europa, con su larga historia, su cultura y sus recursos, podrá
salir adelante y vencer a una crisis que ha perdurado demasiado y que
requiere de sinergias como las que surgirán desde los confines del
mundo construyendo una nueva era en las relaciones entre Europa y
América Latina y el Caribe.
Fuente. DIARIO LA RAZÓN DE ESPAÑA
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