LOS DESAFÍOS DEL 2005
Son cinco los grandes desafíos a nivel global que tendremos que enfrentar el presente año. El primero de ellos, la estabilización de Irak, con un primer paso en las elecciones 29 días más adelante, con un cuadro bastante agitado, por la efervescencia de los grupos que se oponen a una nueva arquitectura institucional, tras los tiempos de Saddam Hussein. Darle un entorno legitimo y democrático a una sociedad sometida por décadas no es un dato menor. Se abre la oportunidad para que la mayoría los chiítas, y una minoría como los kurdos, puedan insertarse, y ser partícipes de un proceso donde puedan elegir y ser elegidos. Si se logra una autentica representación sin exclusiones se estaría dando un paso fundamental para el retorno de una estabilidad a esta rica nación.
El segundo desafió tiene relación con la grave situación que plantea el terrorismo internacional. Aún no se observa una discusión efectiva en el seno de las Naciones Unidas de modo de involucrar en un mecanismo multilateral la lucha contra este flagelo. Lo delicado del caso, es que cada Estado, tiene una visión particular de lidiar –según creen sus gobernantes – con los grupos dedicados a estas acciones, dejando de lado ir a la causa que es la fuente que permite o explica la presencia de estos grupos. Al Qaeda ya es una multinacional, y es muy probable que su radio de acción crezca mediante, adhesiones que han ido logrando. La cadena del terror se combate eficazmente cuando se ataca el origen en que se amparan para cometer sus brutales ataques.
El tercer desafió es la reforma de las Naciones Unidas, una materia que no se puede quedarse en los diagnósticos, que hace más de diez años se tienen en la sede en Nueva York. No es aumentando el número de países miembros del Consejo de Seguridad como se resuelve el punto neurálgico de la gobernabilidad del Organismo. Es mediante una potente voluntad política expresada en que la ONU, sea evidentemente el instrumento que cumple los dos principios sobre los que fue creado: asegurar la paz mundial y velar por la seguridad de las naciones. El foco del debate debe estar en cuando de respeto, respaldo y operación queda realmente en las Naciones Unidas. Si no tenemos una instancia de esta naturaleza, emprenderemos un peligroso camino, que cada Estado, por su poder, o las amenazas que interprete siente, pueda actuar al margen de los principios rectores de la Organización. Por lo tanto, no es exclusivamente una solución agrandando el órgano más importante que es el Consejo de Seguridad, con nuevos miembros permanentes, es depositando confianza y fuerza política para sus acciones.
Un cuarto desafió está en realmente hacer que la globalización con todas sus fuerzas, llegue a cada uno de los países del mundo. Esto significa cerrar las cuatro brechas que hoy se agrandan más: la tecnológica, la educativa, la social y la cultural. De no insertar a los países en este proceso, estaremos incubando los conflictos sociales, políticos, económicos, comerciales, financieros del futuro. Economías abiertas, exigen compromisos de una doble dirección. Y aunque sean muy influyentes los sectores ampliamente subsidiados en los países industrializados, para que los mercados crezcan, deben aplicar lo que han pregonado en el mundo: libertad económica, y sin subsidios, que permite una mejor competencia de sectores en naciones en vías de desarrollo, que chocan brutalmente hoy con los sectores subsidiados.
Un quinto desafió es cómo logramos articular una acción global que nos facilite el frontal combate a la pobreza, abriendo caminos de nuevas oportunidades, presionando para que los gobiernos y los gobernantes maximicen los recursos de las naciones. Oxigenar la política, para traducirla en un motor de impulso a múltiples iniciativas para erradicar males en varias sociedades. Eso requiere, que la democracia sea entendida como el gobierno de los más y no de los menos.
En estos desafíos se traducen las acciones y el foco del interés mundial. O dicho de otra manera, las luces ya no son amarillas, son rojas.
Son cinco los grandes desafíos a nivel global que tendremos que enfrentar el presente año. El primero de ellos, la estabilización de Irak, con un primer paso en las elecciones 29 días más adelante, con un cuadro bastante agitado, por la efervescencia de los grupos que se oponen a una nueva arquitectura institucional, tras los tiempos de Saddam Hussein. Darle un entorno legitimo y democrático a una sociedad sometida por décadas no es un dato menor. Se abre la oportunidad para que la mayoría los chiítas, y una minoría como los kurdos, puedan insertarse, y ser partícipes de un proceso donde puedan elegir y ser elegidos. Si se logra una autentica representación sin exclusiones se estaría dando un paso fundamental para el retorno de una estabilidad a esta rica nación.
El segundo desafió tiene relación con la grave situación que plantea el terrorismo internacional. Aún no se observa una discusión efectiva en el seno de las Naciones Unidas de modo de involucrar en un mecanismo multilateral la lucha contra este flagelo. Lo delicado del caso, es que cada Estado, tiene una visión particular de lidiar –según creen sus gobernantes – con los grupos dedicados a estas acciones, dejando de lado ir a la causa que es la fuente que permite o explica la presencia de estos grupos. Al Qaeda ya es una multinacional, y es muy probable que su radio de acción crezca mediante, adhesiones que han ido logrando. La cadena del terror se combate eficazmente cuando se ataca el origen en que se amparan para cometer sus brutales ataques.
El tercer desafió es la reforma de las Naciones Unidas, una materia que no se puede quedarse en los diagnósticos, que hace más de diez años se tienen en la sede en Nueva York. No es aumentando el número de países miembros del Consejo de Seguridad como se resuelve el punto neurálgico de la gobernabilidad del Organismo. Es mediante una potente voluntad política expresada en que la ONU, sea evidentemente el instrumento que cumple los dos principios sobre los que fue creado: asegurar la paz mundial y velar por la seguridad de las naciones. El foco del debate debe estar en cuando de respeto, respaldo y operación queda realmente en las Naciones Unidas. Si no tenemos una instancia de esta naturaleza, emprenderemos un peligroso camino, que cada Estado, por su poder, o las amenazas que interprete siente, pueda actuar al margen de los principios rectores de la Organización. Por lo tanto, no es exclusivamente una solución agrandando el órgano más importante que es el Consejo de Seguridad, con nuevos miembros permanentes, es depositando confianza y fuerza política para sus acciones.
Un cuarto desafió está en realmente hacer que la globalización con todas sus fuerzas, llegue a cada uno de los países del mundo. Esto significa cerrar las cuatro brechas que hoy se agrandan más: la tecnológica, la educativa, la social y la cultural. De no insertar a los países en este proceso, estaremos incubando los conflictos sociales, políticos, económicos, comerciales, financieros del futuro. Economías abiertas, exigen compromisos de una doble dirección. Y aunque sean muy influyentes los sectores ampliamente subsidiados en los países industrializados, para que los mercados crezcan, deben aplicar lo que han pregonado en el mundo: libertad económica, y sin subsidios, que permite una mejor competencia de sectores en naciones en vías de desarrollo, que chocan brutalmente hoy con los sectores subsidiados.
Un quinto desafió es cómo logramos articular una acción global que nos facilite el frontal combate a la pobreza, abriendo caminos de nuevas oportunidades, presionando para que los gobiernos y los gobernantes maximicen los recursos de las naciones. Oxigenar la política, para traducirla en un motor de impulso a múltiples iniciativas para erradicar males en varias sociedades. Eso requiere, que la democracia sea entendida como el gobierno de los más y no de los menos.
En estos desafíos se traducen las acciones y el foco del interés mundial. O dicho de otra manera, las luces ya no son amarillas, son rojas.