Entre las iniciativas de su reciente reunión está estudiar la creación del Banco de Desarrollo Sur-Sur. Expresan así su crítica al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y, en general, a las instituciones nacidas de los acuerdos de Bretton Woods (1944).
No pretenden salirse de ellas, sino crear otras para financiar proyectos que los involucran directamente, así como a otros países emergentes. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, declaró que espera que esa entidad “trabaje sobre todo en temas de infraestructura, innovación, desarrollo, ciencia y tecnología e investigaciones”.
Tres acuerdos con efecto inmediato en la política global son incrementar el crédito y el comercio en monedas locales, una forma de decir que reducirán el uso del dólar; manifestarse contrarios a una solución militar de la controversia con Irán, mensaje dirigido a Israel y en menor grado a Estados Unidos, y exigir al Gobierno de Siria el fin de las violaciones de los derechos humanos y de la promoción del diálogo gobierno-sociedad civil.
Sin ser aún un bloque sólido, el BRICS expresa la presión por un mayor protagonismo de los países que lo conforman, cuando Estados Unidos mantiene su hegemonía pero disminuida, y Europa se debate en una grave crisis.
El BRICS representa 45% de la población, 24% de la riqueza y 56% del crecimiento económico mundial de los últimos años. Ante esta realidad, la política exterior peruana tendrá que seguir respondiendo con el pragmatismo anunciado, sin privilegiar bloques ideológicos. No por gusto el mismísimo Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial, subrayó la importancia de este grupo y saludó la posible creación de un nuevo banco de desarrollo.
Fuente: PERU21.COM