jueves, marzo 29, 2012

Más que un simple pastor

Aunque se presente oficialmente como una visita “pastoral”, la presencia del Papa en Cuba, y anteriormente en México, es mucho más que eso. Está cargada de política. Porque Benedicto XVI, además de jefe del Estado del Vaticano —cuya influencia no es proporcional a su tamaño—, también es cabeza de la Iglesia católica y, por ello, defiende unos intereses. El papa Ratzinger ha aceptado evitar a la disidencia cubana como una condición para su visita. También Rodríguez Zapatero, que nunca viajó a Cuba, impulsó una revisión de la política de la UE para dejar los contactos con la disidencia al margen de los actos oficiales y descongelar las relaciones diplomáticas con el régimen castrista. Tratar con los Castro nunca ha sido fácil para nadie, ni para España ni para la Iglesia católica. Ninguno ha conseguido que la dictadura se abriera, pero sí, al menos, con maniobras discretas, la liberación de decenas de presos.

Poco cambiará este viaje, un éxito de masas como la cita anterior en México, para un sistema que se ha cerrado en lo político, aunque, forzado por su inoperancia, ha tenido que liberalizar algo la economía. Prueba de su cerrazón es que el año pasado retiró la credencial al corresponsal de EL PAÍS en La Habana y ha negado el visado al enviado especial de este periódico para cubrir la visita papal.

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