Benedicto XVI ayer vivió su jornada más política de la gira por la Isla. En La Habana se reunió con Raúl Castro y le pidió los cambios. El vice cubano fue quien los rechazó. A pesar de los rumores, el Santo Padre no vio ni a Fidel ni a Chávez. El Papa Benedicto XVI ayer vivió su jornada más política en su gira por Cuba. Tras orar por la libertad, la renovación y “el bien de todos los cubanos” ante la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de los cubanos, se reunió a puertas cerradas con Raúl Castro. Esta vez, cara a cara con el presidente cubano no sólo volvió a alentar los cambios en la isla sino que le manifestó la disposición de la Iglesia para colaborar con ellos.
“La Iglesia quiere aportar a un clima positivo y creativo en el momento que vive el país”, dijo el vocero papal, Federico Lombardi, al informar sobre el encuentro, que se desarrolló en el Palacio de la Revolución. Durante la audiencia, de 45 minutos, el Papa también le solicitó a Castro “una mayor apertura” para la Iglesia, de tal manera que ésta “pueda cumplir mejor su misión” . Y le pidió, detalló Lombardi, que el Viernes Santo sea feriado como lo es la Navidad desde la visita de Juan Pablo II, en 1998. El presidente cubano se mostró antes y después de la reunión, cuando intercambiaron regalos, muy cordial, y el Papa, bien dispuesto. El vocero papal juzgó el encuentro como “bueno y constructivo”.
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