Lucio Gutiérrez, que llegó al poder con solo 7 diputados de un total de 100. Es decir, representó una corriente de ánimo que atrajo a su lado el número de votos suficientes para alcanzar el poder. Gutiérrez representó una expectativa de resolver lo que los partidos políticos tradicionales no había hecho. Sin embargo, los conflictos políticos que afronto Gutiérrez comenzaron seis meses después de su toma de posesión, al destituir a varios de sus ministros pertenecientes al partido indigenista Pachacutik, lo que desembocó en la ruptura de la alianza de su gobierno. A partir de entonces, el presidente tuvo que hacer frente al bloqueo en el Parlamento, donde su partido solo contaba con siete congresistas de un total de 100, de sus proyectos de privatización de las industrias petroleras y eléctricas, y de reformas institucionales y de la Seguridad Social, sobre las que se basó en su camapaña presidencial.
A mitad de su gestión, el mes de noviembre del año pasado, se produjeron nuevas elecciones para conformar el Congreso Unicameral de 100 miembros. El resultó indicó que el Partido Social Cristiano y la Izquierda Democrática, lograron las mayorías. Tras de ellos el Partido Roldosista del depuesto expresidente Abdalá Bucarám, y Partido Renovador Institucional Acción Nacional de Alvaro Noboa.
Gutiérrez pudo librarse de un "juicio político", al que los conservadores, la izquierda y los indígenas intentaron someterle en noviembre del 2004, gracias a su alianza con dos formaciones de corte populista, el Partido Roldosista Ecuatoriano, liderado por el ex presidente Abdalá Bucaram, asilado entonces en Panamá, y el Partido Renovador Institucional Acción Nacional, del magnate bananero Álvaro Noboa. El presidente ecuatoriano era acusado de uso indebido de dinero público, cohecho y delitos contra la seguridad del Estado.
Esta nueva alianza permitió que el Congreso sustituyera en diciembre a los 32 jueces de la Corte Suprema de Justicia, lo que originó una fuerte crispación social y política. Lo que dejó en evidencia un acuerdo político entre Gutiérrez y Bucaram, para permitir que una nueva Corte Suprema de Justicia, eliminara los cargos penales sobre los que fue enjuiciado y que obligó a su exilio en Panamá y pudiera volver a Ecuador, como en efecto ocurrió. Esta alianza, levantó un malestar social muy fuerte. Gutierrez fue acusado de violar la Constitución Nacional, y para frenar las manifestaciones en su contra decretó el estado de excepción, para derogarlo rápidamente. No pudo contener el malestar popular, que fue creciendo hasta, que esta mañana los políticos, como ha sido tradición en Ecuador, lo abandonaron a su suerte. Lo destituyeron y creen que pueden controlar la tensa situación que se vive en Ecuador. Los Partidos políticos han dado el respaldo al nuevo Presidente Alfredo Palacio, quién también abandonó a Gutiérrez, acusandolo de dictador. Un episodio de una volatilidad con la que se caracteriza la política de Ecuador. Esta no es una crisis económica que derribó a un gobernante. Las protestas no han sido gatilladas ni digitadas por los partidos políticos. Fue la notificación ciudadana del hastio, el cansancio y el agotamiento por las determinaciones que tomó en el poder Lucio Gutiérrez. El punto, es cómo se saldrá de la crisis. Ecuador está convulsionado.
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