viernes, abril 01, 2005

Información en el blog de Rubén Amón, desde El Vaticano

de abril (16.45h).- Nada de silencio ni de recogimiento a las puertas de San Pedro. La guía turística de un rebaño de Boston desenfunda un micrófono y unos altavoces para hacerse oír con una voz de barítono soviético. La policía interviene para 'reducirla'. Inútil explicarle que Juan Pablo II agoniza en el piso tercero del palacio apostólico. Ya se sabe: segunda ventana empezando por la derecha, tal como explica un sacerdote a un grupo de jubilados de Nápoles.
Se persignan, invocan a la Madre de Dios, todo con mayúsculas, ruegan en silencio disciplinadamente para que el Altísimo preserve la salud del Papa. Igual que hacen discretamente unas monjas oblatas de 65 años. Parecen gemelas. No lo son. "Estamos aquí porque el Santo Padre ha sido un gran hombre. Nos resulta muy difícil imaginarnos que pueda morirse. Seguro que se nos pone bueno", explica sor Fernanda mientras se aferra compulsivamente a las cuentas del rosario. Rosarios, crucifijos, imágenes, santos... Los vendedores ambulantes han advertido que era el momento de destaparse. Tienen que burlar el acecho de los policías, pero consiguen hacerlo en algunos puntos estratégicos de la fachada de San Pedro.

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