El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ha obtenido la confianza de la Cámara de Diputados con 334 votos a favor, los de la mayoría conservadora, y 240 en contra, de la oposición del centroizquierda. El jueves deberá someterse al control del Senado. Silvio Berlusconi y los miembros de su nuevo Gobierno juraron sus cargos el pasado fin de semana ante el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi. Con la formación del Gobierno se cierra una crisis que se desató cuando los democristianos de la UDC anunciaron su intención de abandonar el Ejecutivo.
El nuevo Gobierno presenta como cambio más significativo la entrada del ex ministro de Economía Giulio Tremonti como vicepresidente, cargo que comparte con Gianfranco Fini. También se ha creado una nueva cartera, la de Desarrollo y Cohesión Territorial, que está ocupada por Gianfranco Micciché. Berlusconi se vio forzado a dimitir el pasado miércoles por las presiones de sus socios democristianos y de la derechista Alianza Nacional, que reclamaban un giro político visible tras la aplastante derrota sufrida por los conservadores en las elecciones regionales del 3 y 4 de abril. Ese giro se concretó en la formación de un nuevo Gabinete y la elaboración de un programa renovado para el fin de la legislatura, centrado en el desarrollo del sur de Italia, el impulso de la competitividad y la defensa del poder adquisitivo de las familias.
Durante el debate previo a la votación de la confianza, el jefe del Ejecutivo propuso a los partidos de la coalición gobernante agruparse en un partido único, una idea que fue acogida con cierta reticencia por la mayoría de sus socios. Especialmente tibio con Berlusconi se mostró el líder de la UDC, Marco Follini, que garantizó su apoyo en lo que queda de legislatura "con sentido de la responsabilidad y espíritu constructivo", aunque "sin ilusión". El primer ministro se mostró en cualquier caso convencido de que vencerá en las elecciones generales de 2006, y afirmó que la derrota en las regionales se debió a que los votantes de centroderecha son "más críticos" que los de centroizquierda. También arremetió contra la oposición, a la que tachó de "catastrofista" y "derrotista" antes de advertir de que, si la izquierda vence las generales, habrá "una democracia menor". Tras el respaldo del Congreso, el debate se trasladó al Senado, donde en la votación del jueves el primer ministro tiene la confianza prácticamente asegurada, dado que sus socios conservadores cuentan con mayoría también.
El nuevo Gobierno presenta como cambio más significativo la entrada del ex ministro de Economía Giulio Tremonti como vicepresidente, cargo que comparte con Gianfranco Fini. También se ha creado una nueva cartera, la de Desarrollo y Cohesión Territorial, que está ocupada por Gianfranco Micciché. Berlusconi se vio forzado a dimitir el pasado miércoles por las presiones de sus socios democristianos y de la derechista Alianza Nacional, que reclamaban un giro político visible tras la aplastante derrota sufrida por los conservadores en las elecciones regionales del 3 y 4 de abril. Ese giro se concretó en la formación de un nuevo Gabinete y la elaboración de un programa renovado para el fin de la legislatura, centrado en el desarrollo del sur de Italia, el impulso de la competitividad y la defensa del poder adquisitivo de las familias.
Durante el debate previo a la votación de la confianza, el jefe del Ejecutivo propuso a los partidos de la coalición gobernante agruparse en un partido único, una idea que fue acogida con cierta reticencia por la mayoría de sus socios. Especialmente tibio con Berlusconi se mostró el líder de la UDC, Marco Follini, que garantizó su apoyo en lo que queda de legislatura "con sentido de la responsabilidad y espíritu constructivo", aunque "sin ilusión". El primer ministro se mostró en cualquier caso convencido de que vencerá en las elecciones generales de 2006, y afirmó que la derrota en las regionales se debió a que los votantes de centroderecha son "más críticos" que los de centroizquierda. También arremetió contra la oposición, a la que tachó de "catastrofista" y "derrotista" antes de advertir de que, si la izquierda vence las generales, habrá "una democracia menor". Tras el respaldo del Congreso, el debate se trasladó al Senado, donde en la votación del jueves el primer ministro tiene la confianza prácticamente asegurada, dado que sus socios conservadores cuentan con mayoría también.
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