miércoles, mayo 25, 2005

Chávez va camino de convertirse en la piedra en el zapato de Estados Unidos en la región

Geopolítica del vecindario: Así es el nombre del editorial del diario El Tiempo de Colombia que recomiendo su lectura: Con los recientes anuncios de que puede romper relaciones con Estados Unidos si este no extradita al anticastrista Luis Posada Carriles y de que planea aliarse con Irán para desarrollar capacidad nuclear propia, el presidente venezolano, Hugo Chávez, parece confirmar su empeño de asociarse, voluntaria y conscientemente, con el llamado ‘Eje del Mal’. Decisión, obviamente, soberana, pero que puede tener profundas repercusiones en Colombia.No está claro que Venezuela –con todo y sus petrodólares y su relación con Irán, cuyo Presidente visitó Caracas hace poco– tenga el tiempo, los fondos y la tecnología para armar un programa nuclear ‘pacífico’, según insiste Chávez. Ni tampoco puede darse por un hecho que una emotiva alocución radial del Presidente lleve a la ruptura de relaciones con Estados Unidos. Pero no es imposible que, a la vuelta de algún tiempo, tengamos un vecino inmensamente rico, armado hasta los dientes, en plan de desarrollar programa nuclear, aliado con Irán y en ruptura total con Estados Unidos. Lo que plantearía una realidad geopolítica y estratégica radicalmente nueva y llena de desafíos.Desde la llegada al poder del presidente Chávez, en 1999, las relaciones colombo-venezolanas han estado signadas por altibajos y una evidente falta de confianza mutua. Aquí, tienden a detectarse simpatías del régimen bolivariano con las Farc; allá, no pocos consideran a la ‘oligarquía’ colombiana tan antichavista como la oposición local. Sin embargo, hasta ahora, pese a crisis y emotiva ‘diplomacia de micrófono’, ha primado en últimas la sensatez. Actitud que debe mantenerse. Chávez va camino de convertirse en la verdadera piedra en el zapato de los Estados Unidos en la región. Un mandatario de potencia petrolera, que profundiza la alianza de su país con Cuba, maneja un lenguaje antiimperialista frontal y promueve abiertamente mecanismos regionales alternos en el terreno político, económico y hasta informativo, como Telesur, tiene cada vez más crispada a la élite neocon de Washington, a la que le gusta buscar ‘diablos’ para combatir.En la muy posible confrontación por venir, en lugar de dejarse arrastrar, Colombia debe proceder con inteligencia, cautela y realismo. No está en el interés nacional jugar a una directa confrontación con Chávez en aras de nuestra alianza con Washington. La historia y la geografía, que nos pusieron a la hermana nación al lado, aconsejan toda la sensatez posible.Tampoco se trata de hacerse los de la vista gorda frente a lo que sucede en el cuarto de al lado, ni de ignorar provocaciones altaneras, ni posibles simpatías o complicidades del régimen de Chávez con la guerrilla. Pero el país debe mantener una capacidad de juego propia, con autonomía y margen de maniobra frente a Washington, a la vez que tiene que seguir insistiéndole a Caracas en mecanismos de colaboración serios en temas como la economía, la frontera y los grupos armados. Porque en medio del creciente enfrentamiento entre Estados Unidos y Venezuela, a Colombia le será muy difícil no quedar como el jamón del sánduche entre un vecino con el que tiene que convivir y un aliado que no quiere perder.

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