Con la asunción de Eduardo Rodríguez como presidente de Bolivia, un nuevo capítulo comienza en la historia de ese país que, de acuerdo a sus palabras, afronta los desafíos de acercar las agendas del oriente y occidente, así como la renovación del sistema político. La crisis política y social que se ha desatado en el país comenzó ha gestarse a finales de los años 90, cuando el sistema de consensos políticos que se inició en 1985 los últimos 20 años comenzó a debilitarse. Este consenso estuvo manejado por lo que hoy se llaman partidos tradicionales (MIR, MNR y ADN) y se caracterizó por la aplicación de una economía de mercado, reformas sociales y políticas de corte liberal y el establecimiento de alianzas en el Congreso para permitir la gobernabilidad.
Diálogo quebrado
Este sistema se vino abajo en 2003 cuando el entonces presidente, Gonzalo Sánchez de Lozada, se vio obligado a renunciar a la presidencia tras una fuerte revuelta social. Su sucesor, Carlos Mesa, nunca pudo conciliar todas las demandas surgidas tras la caída de Gonzalo Sánchez de Lozada y tampoco logró el apoyo necesario dentro del Congreso, lo que le llevó a una constante pulseada con ese poder del Estado.
Diálogo quebrado
Este sistema se vino abajo en 2003 cuando el entonces presidente, Gonzalo Sánchez de Lozada, se vio obligado a renunciar a la presidencia tras una fuerte revuelta social. Su sucesor, Carlos Mesa, nunca pudo conciliar todas las demandas surgidas tras la caída de Gonzalo Sánchez de Lozada y tampoco logró el apoyo necesario dentro del Congreso, lo que le llevó a una constante pulseada con ese poder del Estado.
Un nuevo consenso
Ahora el nuevo presidente deberá llamar a elecciones en un periodo máximo de 150 días, pero éste es sólo uno de sus desafíos.
En esta convocatoria, falta ver si Eduardo Rodríguez promoverá la aprobación de una ley especial que también permita la renovación del Congreso a través de elecciones. En todo caso, el mandatario interino tendrá como principal tarea hallar consensos para poder llevar al país a la renovación de un sistema político que hoy ha perdido su legitimidad.
Ahora el nuevo presidente deberá llamar a elecciones en un periodo máximo de 150 días, pero éste es sólo uno de sus desafíos.
En esta convocatoria, falta ver si Eduardo Rodríguez promoverá la aprobación de una ley especial que también permita la renovación del Congreso a través de elecciones. En todo caso, el mandatario interino tendrá como principal tarea hallar consensos para poder llevar al país a la renovación de un sistema político que hoy ha perdido su legitimidad.
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