Los días en los que el jefe del entonces todopoderoso cartel de Medellín Pablo Escobar Gaviria era capaz de contratar a un ejército para asesinar a todo aquel que se interpusiese en su camino han quedado definitivamente atrás. Pero no han quedado atrás los días del auge del negocio de la droga. De hecho, unas 450 toneladas métricas de cocaína siguen viajando de Colombia a Estados Unidos todos los años. El dudoso crédito de mantener vigente el negocio pertenece a los grandes carteles mexicanos de la droga -los carteles de Juárez, de Tijuana, del Golfo y de Jalisco y Sinaloa-, que han desplazado a los colombianos y ostentan, según la Dirección de Lucha Contra las Drogas (DEA), el 92% de participación en el negocio. A esto hay que agregar su evidente protagonismo en la venta de cocaína, marihuana, heroína y otras drogas prohibidas en las calles de Estados Unidos, en un negocio ilegal que totaliza 142.000 millones de dólares anuales, según estimaciones de las Naciones Unidas. Pese a que la producción sigue estando a cargo de pequeños carteles colombianos, los mexicanos son los que controlan la distribución y son los que saben hacer llegar la cocaína a los centros de consumo de las ciudades norteamericanas. Hoy en día, eso equivale a controlar el negocio. "Los carteles mexicanos han tratado de integrar todo el proceso productivo de la droga: van a sus fuentes en Colombia, la transportan y la distribuyen en Estados Unidos. Todo indica que hace varios años que tienen la mayor participación", dijo a LA NACION Jorge Chabat, especialista en seguridad y narcotráfico del Centro de Investigación y Docencia Económica de México.
Continue leyendo este reportaje del diario La Nación de Buenos Aires.
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