Editorial del diario El Clarín de Buenos Aires:
Las elecciones israelíes refrendaron al actual primer ministro Ehud Olmert como sucesor del liderazgo que quedó vacante tras el retiro de Ariel Sharon. Esta continuidad supone, sin embargo, un cambio en el mapa político israelí con la aparición de una nueva fuerza política centrista cuyo factor aglutinante es la promesa de una resolución del conflicto con los palestinos.
Esto incluye algo fundamental: la renuncia a la idea de un "gran Israel" con fronteras expandidas sobre Cisjordania, el retiro de las colonias judías en los territorios ocupados y una nueva delimitación fronteriza que implica en la práctica el reconocimiento de un Estado palestino. Es la primera vez en los últimos años que una propuesta de estas características concita el respaldo mayoritario del electorado israelí. Los laboristas, que obtuvieron el segundo lugar, pueden respaldar los pasos que el próximo gobierno dé en esa dirección. Sin embargo, la baja participación electoral y los votos obtenidos por el nuevo partido oficialista Kadima obligarán a formar una coalición que cuente con más amplio respaldo parlamentario. Ha desaparecido el tradicional bipartidismo Likud-laborismo y crecieron nuevas fracciones y grupos políticos representativos de sectores minoritarios influyentes, como los inmigrantes rusos, los ultraortodoxos religiosos y los jubilados. También faltan los liderazgos fuertes que signaron la vida política israelí. Serán necesarias fórmulas de consenso que atiendan las principales demandas de la población. Entre ellas, un decidido proceso de paz en condiciones tan dificultosas como las que plantea la presencia de un gobierno palestino ahora en manos del movimiento fundamentalista Hamas, que no ha renunciado a la violencia y la guerra. La política israelí inicia una nueva etapa caracterizada por el surgimiento de nuevos liderazgos y fuerzas políticas que tendrán por delante el desafío de una solución al conflicto palestino.
Esto incluye algo fundamental: la renuncia a la idea de un "gran Israel" con fronteras expandidas sobre Cisjordania, el retiro de las colonias judías en los territorios ocupados y una nueva delimitación fronteriza que implica en la práctica el reconocimiento de un Estado palestino. Es la primera vez en los últimos años que una propuesta de estas características concita el respaldo mayoritario del electorado israelí. Los laboristas, que obtuvieron el segundo lugar, pueden respaldar los pasos que el próximo gobierno dé en esa dirección. Sin embargo, la baja participación electoral y los votos obtenidos por el nuevo partido oficialista Kadima obligarán a formar una coalición que cuente con más amplio respaldo parlamentario. Ha desaparecido el tradicional bipartidismo Likud-laborismo y crecieron nuevas fracciones y grupos políticos representativos de sectores minoritarios influyentes, como los inmigrantes rusos, los ultraortodoxos religiosos y los jubilados. También faltan los liderazgos fuertes que signaron la vida política israelí. Serán necesarias fórmulas de consenso que atiendan las principales demandas de la población. Entre ellas, un decidido proceso de paz en condiciones tan dificultosas como las que plantea la presencia de un gobierno palestino ahora en manos del movimiento fundamentalista Hamas, que no ha renunciado a la violencia y la guerra. La política israelí inicia una nueva etapa caracterizada por el surgimiento de nuevos liderazgos y fuerzas políticas que tendrán por delante el desafío de una solución al conflicto palestino.
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