Ucrania conmemora desde la pasada madrugada con diversos homenajes el 20 aniversario de la catástrofe en la central nuclear de Chernóbil, la mayor de la historia de la energía atómica, cuyo legado de muerte y radiación aún amenaza la vida de millones de personas. Cientos de personas con velas llenaron las calles de Slavutich, la localidad que se erigió para albergar a los trabajadores de la planta tras el accidente. A las 1.23 horas, 60 segundos antes del 20 aniversario del momento de la explosión se guardó un minuto de silencio, tras el cual sonaron campanas y sirenas en memoria de los entre 30.000 y 300.000 muertos que provocó la catástrofe. La concentración terminó frente a un monumento que recuerda a los 600.000 "liquidadores", bomberos, soldados, funcionarios y voluntarios que combatieron durante semanas contra la radiación en pésimas condiciones, sin trajes ignífugos ni cascos, lo que a muchos les supuso la muerte o la invalidez de por vida. Poco después, el presidente ucraniano, Viktor Yuschenko, acudió a la zona de exclusión que rodea la central siniestrada para rendir tributo a las miles de víctimas que perdieron la vida tras la cadena de explosiones ocurridas en el reactor número cuatro a las 1:24 del 26 de abril de 1986. Yuschenko, partidario de abrir la 'zona cero' al público, hizo una ofrenda floral en una iglesia para honrar a los fallecidos por la catástrofe. En víspera del aniversario, Yuschenko hizo un encendido llamamiento en favor de celebrar una nueva conferencia de donantes, ya que "las secuelas de esa avería nuclear superan la capacidad de un sólo país".
La madrugada del 25 de abril de 1986, dos explosiones en la central nuclear esparcieron hasta 200 toneladas de material radiactivo. En el momento del accidente murieron 31 personas, pero las peores consecuencias vendrían después. Sólo en Rusia, resultaron afectadas 2,9 millones de hectáreas de tierras cultivables, habitadas por más de tres millones de personas, y pasados veinte años la zona contaminada aún abarca 4.343 localidades con una población total de 1,5 millones de habitantes.
La madrugada del 25 de abril de 1986, dos explosiones en la central nuclear esparcieron hasta 200 toneladas de material radiactivo. En el momento del accidente murieron 31 personas, pero las peores consecuencias vendrían después. Sólo en Rusia, resultaron afectadas 2,9 millones de hectáreas de tierras cultivables, habitadas por más de tres millones de personas, y pasados veinte años la zona contaminada aún abarca 4.343 localidades con una población total de 1,5 millones de habitantes.
Debate sobre la seguridad
La culpa de todo ello la tuvo un error humano, aunque todos los informes sobre el accidente realizados por organismos internacionales señalan que la tragedia se desencadenó por la escasa o nula seguridad de central, sus obsoletos sistemas de prevención y la dejadez de las autoridades locales. "En Chernóbil se cometieron una serie de fallos encadenados, empezando por un diseño deplorable de la central nuclear y siguiendo por una mala gestión del accidente, ya que las autoridades no evacuaron a la población hasta dos días después. Fue un accidente extraordinariamente grave, muy mal gestionado, con una central mal diseñada, mal construida, mal manejada", señaló la presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear español, María Teresa Estevan Bolea. La central ucraniana no sólo era una planta nuclear, sino además un centro de producción de plutonio para armamento, y "se construyó, en contra del informe de los técnicos, en un terreno pantanoso. Querían producir plutonio de buena calidad para producir armamento nuclear, y para eso necesitas quemar poco combustible, con lo que el rendimiento eléctrico de la planta es muy bajo. Con el plutonio que sale de una central nuclear nunca se puede hacer una bomba atómica, pero sí se hace la primera fase en un reactor adecuado para ello", indicó. Pero la cadena de errores no sólo se produjo en la explosión, sino también en las medidas que se tomaron para que el reactor siguiera emitiendo radiactividad. Primero se hizo un encofrado de hormigón, que requirió hacer un túnel y reforzar los cimientos de la central, aunque ahora el sarcófago se está cayendo y la Unión Europea ha aprobado un proyecto de cierre de la estructura. Pero si en algo supuso un cambio el accidente fue en la concepción de la seguridad en las plantas nucleares. Desde entonces, en todo el mundo se han incrementado sustancialmente los controles y las medidas de seguridad, y los expertos en energía atómica consideran hoy en día inviable un accidente como el de Chernóbil en una central de los países occidentales. A pesar de esa mejora en la seguridad, las plantas siguen teniendo la oposición frontal de grupos ecologistas, que piden que se cierren todas las centrales del mundo. En esa línea coincide también el Gobierno español. La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, ha asegurado que a raíz del accidente de Chernóbil es necesario "mejorar la seguridad y control de las centrales nucleares" y señaló que "todo el mundo es consciente del riesgo de la energía nuclear para que no suponga riesgo para las vidas humanas". En España hay actualmente siete centrales atómicas operativas, aunque una de ellas, Zorita (Guadalajara), echará el cierre el próximo 30 de abril.
Construcción del segundo sarcófago
El Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) anunció ayer haber reunido el dinero necesario para construir un segundo sarcófago sobre el averiado reactor número cuatro.
Yuschenko, que cifró en 1.900 millones de dólares el coste de las obras, mantiene que el nuevo sarcófago para el accidentado reactor número cuatro debe estar construido antes de 2010 por cuestiones de seguridad. Las autoridades ucranianas advierten que las unidades una, dos y tres de la central, clausurada en diciembre del año 2000, aún contienen combustible nuclear, con lo que el peligro de radiación está muy presente.
Construcción del segundo sarcófago
El Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) anunció ayer haber reunido el dinero necesario para construir un segundo sarcófago sobre el averiado reactor número cuatro.
Yuschenko, que cifró en 1.900 millones de dólares el coste de las obras, mantiene que el nuevo sarcófago para el accidentado reactor número cuatro debe estar construido antes de 2010 por cuestiones de seguridad. Las autoridades ucranianas advierten que las unidades una, dos y tres de la central, clausurada en diciembre del año 2000, aún contienen combustible nuclear, con lo que el peligro de radiación está muy presente.
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