Los equipos de rescate tratan de evitar la aparición de epidemias en la zona de Indonesia devastada por un terromoto el pasado sábado mientras se desvanecen las esperanzas por encontrar supervivientes entre los escombros. Las víctimas mortales del seísmo del pasado sábado en la isla de Java ascienden ya a 5.623, según los últimos datos actualizados por los equipos de rescate regionales, aunque el Gobierno mantiene la cifra de 5.427. Dos tercios de las víctimas mortales se concentran en el distrito de Bantul, uno de los más cercanos al epicentro del temblor y donde se han desplegado gran parte de las organizaciones humanitarias. Los equipos de rescate gubernamentales se centran ahora en la evacuación de cadáveres, que son enterrados inmediatamente para evitar la aparición de epidemias. El número de heridos contabilizados hasta la fecha supera los 15.000, aunque gran parte de ellos ya ha podido ser dado de alta.
El alcance de la destrucción es tal que el Gobierno indonesio ha declarado el estado de excepción con el fin de canalizar fondos y esfuerzos a la ingente labor de reconstrucción que aguarda al país. El vicepresidente, Yusuf Kalla, dijo que el periodo de excepción durará tres meses, y que las autoridades esperan que toda la reconstrucción se prolongue al menos un año. Según Kalla, los fondos que se requieren ascienden a unos 140 millones de dólares (112 millones de euros) "para reparar las casas y suministrar las necesidades de la población".
Alerta por el volcán Merapi
Por otra parte, el volcán Merapi, situado cerca de la zona devastada por el terremoto, ha aumentado su actividad, informó el director de la división del Centro de Vulcanología de Yogyakarta, Subadriyo. Los científicos han descartado, en cualquier caso, que el terremoto se debiera al genio del Merapi, en cuyo interior los lugareños creen que moran espíritus de carácter irascible. Los vulcanólogos vigilan desde hace semanas a la "montaña de fuego" (traducción de su nombre) cuya última erupción ocurrió en 1994 y mató a 50 personas.
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