Hace tres años Néstor Kirchner asumía la Presidencia después de haber salido segundo en la primera vuelta electoral, pero con perspectivas claras de aplastar a su rival de entonces, Carlos Menem, si se hubiera dado el ballottage que no fue. Hoy, en la conmemoración de aquella llegada a la Casa Rosada, el Presidente goza, probablemente, de su momento de mayor poder institucional y busca ratificarlo con una masiva movilización a la histórica Plaza de Mayo.
Ese será el ámbito en el que Kirchner plantearía la necesidad de avanzar hacia una concertación de hombres e ideas, no de partidos políticos. Es una síntesis superadora de las estructuras tradicionales, básicamente el PJ y la UCR, con un primer desafío electoral el año que viene, en las presidenciales, pero con proyección más allá de esa fecha. También haría una suerte de balance de lo realizado desde que Eduardo Duhalde le puso la banda, sobre todo en materia de recuperación económica y social. Es el trazado de lo que sus hombres y él mismo suelen definir como "la salida del infierno".
Kirchner, que hablará por la tarde, querría que la marcha se asegure un lugar en los libros de historia, dicen cerca suyo. Pero una lectura más coyuntural dice que el acto aparece como la bandera de largada de la carrera presidencial de 2007 y como el probable inicio de su camino hacia la reelección, un derecho que le otorga la Constitución. Por ahora, él prefiere mantener esa posibilidad en suspenso y es seguro que no le dedicará una sola palabra en su discurso. Acaso busque que se lo pida la misma plaza. El kirchnerismo asegura que la movilización tendrá una alta dosis de concurrencia espontánea, ciudadanos de a pie que se sienten esperanzados con el proyecto de país que encarna Kirchner. De hecho, han bautizado al evento como "La plaza de la Esperanza". Tan cierto es que esto puede pasar como también lo es el hecho de que el grueso de la concurrencia ya está asegurado por el fuerte trabajo de movilización que harán los gobernadores del justicialismo, los intendentes del conurbano, la Confederación General del Trabajo (CGT) y otras centrales y los sectores sociales que antes eran piqueteros y ahora forman parte del oficialismo.
Los piqueteros más duros, por su parte, han denunciado la entrega de planes, comida y efectivo para asegurar un lleno total.La pluralidad de la concurrencia asoma como una de las obsesiones presidenciales respecto a la marcha de hoy. Es lo que le dará correlato en los hechos a la idea de la Concertación, que pegó un envión decisivo en el reciente viaje del Presidente a Viena. Por eso, el Gobierno celebraría la presencia de dirigentes del radicalismo a los cuales se ha venido acercado sin disimulos.Anoche, fuentes radicales no podían confirmar a ciencia cierta la presencia de ningún referente nacional de la UCR. ¿Y Julio Cobos, el gobernador de Mendoza que suena como posible vice de Kirchner en 2007? Se quedará en su provincia para encabezar los actos oficiales por la fecha patria. Kirchner y sus operadores también han mantenido charlas con referentes del socialismo, el ARI y otras fuerzas menores. Apuntan a lo mismo: ampliar la base de sustentación con esta suerte de nueva transversalidad. Esa es, hoy, una palabra maldita en el oficialismo. Donde sí se verían las caras de gobernadores radicales —algo que no deja de ser un gesto en el sentido que busca el Presidente— es en el tradicional Tedéum, del que Kirchner volverá a participar luego del faltazo del año pasado. Es una señal conciliadora con la Iglesia Católica. La ceremonia estará a cargo del cardenal Jorge Bergoglio. Su homilía era ayer un secreto guardado con absoluto hermetismo. Con él vienen trabajando actores del Gobierno para tender puentes: en estos tres años del santacruceño existieron rispideces notables con la cúpula eclesiástica.
Fuente: Diario El Clarín de Buenos Aires
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