El imaginario de un bloque antiimperialista que hace años comenzó a rondar la cabeza del presidente venezolano Hugo Chávez, comenzó a tomar cuerpo con la llegada de Evo Morales a la Presidencia, lo que ha desatado la preocupación de los sectores conservadores, no sólo en el país, sino también en el resto del mundo. El proyecto político comenzó a pasar del discurso a los hechos dos semanas después de que Morales confirmara su victoria en las urnas y comenzara una gira internacional visitando los países emblema del antiimperialismo: Cuba y Venezuela, donde anunció su adhesión al proyecto para enfrentar a Estados Unidos.
Primero fueron siete convenios los que acercaron formalmente a Bolivia y Venezuela y luego se produjo la apertura en La Paz de las oficinas de Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (Pedevesa). Ambos pasos trajeron consigo el arribo de una importante cantidad de ciudadanos de ese país, gran parte de los cuales comenzaron a trabajar en las áreas de salud y educación. Pero quizá el paso más importante se dio el pasado 29 de abril en La Habana, Cuba, donde los presidentes de Bolivia y Venezuela firmaron el Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP), como respuesta al Tratado de Libre Comercio (TLC) que impulsa Estados Unidos. El objetivo, según confesó después el canciller David Choquehuanca, trasciende el ámbito económico y apunta a un proyecto de “integración de los pueblos en todos los aspectos”. Como parte de la estrategia de consolidación del TCP, Venezuela dejó en agonía a la Comunidad Andina de Naciones (CAN), anunciando su retiro.
Dos días después de la reunión de La Habana, Morales sorprendió a Bolivia y al mundo decretando la nacionalización de los hidrocarburos, medida que desde un principio fue defendida por Chávez, quien luego de dos días llegó a Bolivia para reunirse con Morales antes de que viaje a Puerto Iguazú, donde debió explicar su determinación a los presidentes de Brasil y Argentina, los principales compradores del gas boliviano y a la vez socios en el negocio energético del país.
El encuentro sirvió además para que Morales reciba la invitación formal para que Bolivia forme parte del megaproyecto del Gasoducto del Sur, invitación que, según Chávez, habría sido aceptada. El papel que jugó Chávez en este asunto abrió el debate sobre el nivel de influencia de éste sobre las decisiones de Morales. “El presidente de Venezuela, que sueña con unir Latinoamérica como un amortiguador para la influencia de Estados Unidos, llegó a La Paz el miércoles en la noche y felicitó al nuevo presidente de Bolivia, Evo Morales, por la nacionalización”, publicó el New York Times; mientras el Financial Times resaltó que “la nacionalización de las reservas de gas natural de Bolivia ha puesto de manifiesto que la estrategia radical del presidente venezolano, Hugo Chávez, ha empezado a tener influencia sobre el terreno”.
En Alemania, el Frankfurter Allgemeine Zeitung opinó que “el Presidente boliviano se siente fuerte porque tiene el apoyo de Venezuela” y ha asumido “una acción teatral muy del gusto de Chávez, el maestro de Morales”. Lecturas similares se registraron en medios de Bélgica, Francia, Italia y los países árabes. En el país, Wálter Arrázola, diputado por Podemos, señaló que “queda claro que aquí fueron los venezolanos los que elaboraron el decreto”. Su argumento: la similitud en los porcentajes de impuestos que se aplican a las empresas petroleras en ambos países. “Queremos Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos con B de Bolivia, no con V de Venezuela”, agregó su jefe, Tuto Quiroga. No obstante, el portavoz del Palacio, Álex Contreras, aseguró que la decisión fue “soberana” y respondió a “una demanda de los sectores populares”. Pero las críticas no hacen mella en el Gobierno. El próximo 18 de mayo, Chávez llegará al país para firmar un acuerdo de cooperación para la industrialización de los hidrocarburos, otro nexo que consolidará los fortalecidos vínculos binacionales. Según Contreras, ésta “es una actividad en este proceso de coordinación de relaciones bilaterales”. En cambio, para Arrázola, no es más que otra movida “estratégica de los alfiles y peones” de Venezuela, que pretende “monopolizar el mercado del gas para beneficiarse de los petrodólares”. La anterior semana, el coordinador del oficialista estado mayor del pueblo, Hugo Móldiz, reveló al semanario Pulso que el proyecto concluirá “cuando se articule a nivel internacional”.
Fuente: Diario La Razón de Bolivia
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