La xenofobia y su utilización política por grupos de extrema derecha o plataformas de corte populista aumentan de modo inquietante en Europa. Los casos vividos en los últimos días en Alemania evidencian que algo se agita en el inconsciente de muchos ciudadanos que no ven con buenos ojos la presencia creciente de inmigrantes dentro de las fronteras de la Unión Europea. La noticia de que esto suceda en Alemania es especialmente preocupante. Hablamos de un país que ha mantenido una política inflexible al respecto. De hecho, la legislación alemana viene persiguiendo desde hace décadas cualquier conducta racista o xenófoba. La experiencia del totalitarismo nazi curó en salud a los alemanes e hizo posible una pedagogía pública especialmente cuidadosa de la tolerancia y el respeto a los derechos humanos. Sin embargo, la paliza sufrida en Postdam por un ingeniero alemán de origen etíope y el ataque al diputado berlinés de ascendencia kurda y miembro del Partido de la Nueva Izquierda, Giyasettin Sayan, han provocado un evidente estado de alarma social. Sobre todo cuando se ha sabido que no son casos aislados y que están directamente relacionados con al aumento de los delitos de índole política cometidos por la extrema derecha alemana, que en 2005 aumentaron en un 27% y alcanzaron la cifra de 15.360.
La cercanía del Mundial de Fútbol de Alemania ha movilizado al Gobierno alemán y, en especial, a la CDU. Se suceden tanto las declaraciones del ministro del Interior, Wolfgang Schäuble, como de la canciller Angela Merkel. Esta anunció dureza frente a cualquier acto de violencia xenófoba y exhortó a la ciudadanía a que responda públicamente denunciando cualquier acción de esta naturaleza. En este sentido, la apelación al sentido cívico es fundamental. Mirar hacia otro lado o dejar correr comentarios racistas o xenófobos resulta un acto de cobardía moral injustificable. Frente a la xenofobia no puede haber ningún tipo de cesión, ya que nos jugamos los fundamentos mismos que sustentan nuestro modo de vida. La intolerancia frente a los intolerantes no admite compartimentos estancos. El mismo trato merecen los intolerantes islamistas que los xenófobos. La libertad y la defensa de la sociedad abierta así lo exigen.
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