El abastecimiento futuro de energía es una de las grandes incógnitas de la economía que el Gobierno debería apresurarse a dilucidar.La privatización petrolera de los años noventa no tuvo los resultados esperados. A pesar de un espectacular aumento de los precios del combustible, las reservas de gas y petróleo disminuyeron y las importaciones de fueloil y gasoil aumentaron. Más aún, se estima que en pocos años, si no se descubren nuevos yacimientos o aumenta la explotación de los existentes, el país deberá importar combustible.Si esto sucede el costo de la energía aumentará en la medida que los precios internacionales son más elevados que los que se pagan a la producción interna.La caída de las reservas se debe al bajo ritmo de inversiones de las concesionarias, lo cual puede explicarse, en parte, por el retraso de las tarifas que el Gobierno defiende como parte de su estrategia antiinflacionaria.La política oficial en la materia crea un dilema que debe resolverse de alguna forma, porque si la rentabilidad de las empresas privadas del sector no se adecua a la ecuación de costos y beneficios esperados de exploración y explotación, la carencia de inversiones debería cubrirse con inversión pública.
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