sábado, septiembre 23, 2006

La lección de México

Existe la falsa idea de que se puede manipular todo por medio de las imágenes y de las palabras potenciadas por los medios de comunicación masiva. Es una idea que ha prendido, más acentuadamente que en el pasado, en la generación de políticos izquierdistas que pretenden, en esta apertura de siglo, tomar a América latina como escenario de extrañas utopías.

Andrés Manuel López Obrador es uno de los políticos que más han confiado en la metodología mediática. No hay en ella nada de nuevo. Ni siquiera el carácter de prueba de que una vez más los extremos se tocan. Goebbels, el siniestro artífice de la propaganda nazi, también suponía lo mismo.

Con repetir mil veces una mentira, ésta devendría en verdad para el consumo masivo de los ciudadanos y del extranjero. Se sabe cómo terminó Goebbels. Se presiente cómo terminarán quienes se aferren a tamañas falacias en este otro siglo.

López Obrador ha convulsionado a México durante semanas. Introdujo elementos fatales de alteración de la paz social, de rebeldía frente a la ley y a las instituciones, y aún hoy, con una mengua de hidalguía que lo desnuda de cuerpo entero, se niega a reconocer el triunfo del candidato del Partido Autonomista Nacional, Felipe Calderón.

México no había sido el mejor ejemplo de republicanismo en aquel siglo XX en que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se mantuvo veinte años en el poder. El PRI constituyó una de las más osadas mistificaciones de la democracia en América latina, a pesar de los crímenes, de la corrupción rampante que caracterizó a muchos de sus gobiernos y al clientelismo político con el que se mantuvo a flote hasta el hundimiento final, hace seis años. En 2000 se cerró el ciclo del PRI y el PAN lo sucedió, de la mano del presidente Vicente Fox, pronto a terminar su período.

El Partido de la Revolución Democrática (PRD) y la alianza de agrupaciones que se presentaron en las elecciones recientes llegaron al final de la campaña con la suposición, fundada en encuestas, de que López Obrador, el ex alcalde del Distrito Federal, vencería al candidato del PAN. No era para menos, después de haber estado en algún momento de esa campaña con 18 puntos de ventaja.

Dos de las instituciones más respetadas de México dictaminaron, sin embargo, en favor de Felipe Calderón. Primero lo hizo el Instituto Federal Electoral, que difundió las cifras oficiales con el triunfo del candidato del PAN. Luego, el Tribunal Electoral del Poder Judicial desestimó las exigencias de López Obrador de realizar un nuevo recuento total de los votos emitidos, sobre la base de que no había pruebas suficientes de fraude. Los observadores internacionales coincidieron con esta opinión.

Continue leyendo el editorial del diario La Nación de Buenos Aires

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

 
Libardo Buitrago / Blog © 2013 | Designed by RA