martes, diciembre 05, 2006

Austeridad, primer paso

Los mexicanos, como muchos ciudadanos en democracias, empezamos a exigir que nuestro dinero se invierta bien y que quienes trabajan para nosotros nos rindan cuentas de sus gastos. A la naturaleza republicana de gobierno, surgida como representación popular, le corresponde moderar en los gastos, emolumentos y conductas de sus servidores públicos, en contraste con el boato y dispendio que era usual en las dinastías gobernantes del pasado reciente. Imbuir esa ética política está en el meollo de las primeras medidas del presidente Felipe Calderón Hinojosa con un decreto de austeridad que, de momento, reduce en 10% su propio sueldo y el de altos mandos, así como de gastos de representación, teléfonos celulares, etcétera. El ahorro de 25 mil 500 millones de pesos equivale al presupuesto de todo el gabinete político, más otras tres secretarías.

La decisión es un primer paso concreto, pero aun si la sensibilidad del flamante Presidente es bienvenida, él mejor que nadie sabe como estudioso de la economía que las políticas de beneficencia alivian pero no curan. Puede darnos gusto no pagar el celular de un burócrata abusivo, y que ese dinero se destine al programa Oportunidades, pero no será eso, sino la generación de más empleos formales lo que realmente beneficie a los mexicanos.

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