El presidente Bush dice no querer conflictos pero el problema no va a desaparecer: ¿se dirige Estados Unidos hacia una guerra con los dirigentes islámicos de Irán?. Las crecientes tensiones en torno al programa nuclear de Irán y sus acciones en Irak han alimentado especulaciones de que Bush pueda estar preparando el terreno para medidas militares. Con las fuerzas de EEUU atadas en Irak y Afganistán, nadie espera una invasión por tierra, pero analistas de ambos extremos del espectro político se muestran escépticos ante la insistencia del Presidente en que sólo está pensando en la diplomacia.
''Todavía creo que, a fin de cuentas, va a bombardear las instalaciones (nucleares) iraníes'', señaló Joshua Muravchik, un académico neoconservador del American Enterprise Institute, una organización de análisis que tiene estrechos vínculos con el gobierno de Bush. Muravchik, que apoya la intervención militar, considera que los afanes diplomáticos de Bush son el preludio para un ataque. ''Cuando lo haga --si lo hace-- será enormemente impopular. El quiere, al menos, poder decir entonces de una manera convicente: `Ensayé todas las alternativas''', afirmó Muravchik.
Bush se irrita ante la sugerencia de que pueda desear una confrontación. El y sus asesores describen la política de EEUU como un enfoque de palo y zanahoria que utiliza la amenaza de intervención militar para darle peso a las actividades diplomáticas.El objetivo es alentar las discrepancias internas en Irán y forzar al gobierno a un enfoque más moderado. ''Nuestra política está dirigida a convencer al pueblo iraní de que hay otras formas de avanzar, y espero que su gobierno escuche ese mensaje'', expresó Bush en una conferencia de prensa el pasado 14 de febrero. ''Vamos a seguir tratando de resolver el problema pacíficamente'', acotó. Esa estrategia, sin embargo, pudiera ser contraproducente si las presiones americanas llevan a los iraníes a agruparse en torno a sus líderes en vez de estimular las discrepancias. Además, Irán ha dicho tener sus propios instrumentos, como la planificación de juegos militares en el Estrecho de Hormuz, por donde pasa la mitad del petróleo del mundo; mejorar relaciones con Rusia y China, y aumentar el apoyo a los terroristas chiitas en Irak, el Líbano, Afganistán y otros lugares. Los escépticos observan que Bush también subrayó la diplomacia antes de la guerra de Irak, afirmando sus intenciones pacíficas aún cuando se estaba preparando la invasión del 2003.
En los últimos meses, el gobierno de Bush ha incrementado su presión sobre Irán:
• Ha despachado un segundo grupo de portaaviones de patrulla al Golfo Pérsico y ha mandado misiles Patriot antimisiles a los aliados árabes que rodean a Irán.
• Ha ampliado operaciones contra las redes iraníes que operan en Irak, realizando dos asaltos, en uno de los cuales soldados americanos capturaron a iraníes miembros del equipo paramilitar Al Quds.
• Ha acusado a Irán de suministrar bombas a los insurgentes iraquíes y ha dicho estar decidido a detener esos embarques.
• Ha tomado medidas para fortalecer el gobierno del Primer Ministro libanés Fuad Saniora con dinero y abastecimientos militares en una batalla indirecta con el grupo terrorista Hezbolá, respaldado por Irán.
• Ha iniciado una enérgica campaña financiera contra Irán para tratar de limitar su acceso al sistema financiero internacional congelando cuentas bancarias y prohibiendo transacciones de EEUU con varias entidades. La semana pasada, el Departamento del Tesoro incluyó en su lista negra de bancos al Jihad Al Bina, un instrumento de Hezbolá.
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