jueves, abril 26, 2007

La Rusia del siglo XXI

Desde el entierro del zar Alejandro III en 1894 no se veía nada igual; un jefe -ex jefe, en este caso- del Estado, ayer soviético, hoy de nuevo ruso, al que le daban tierra con las solemnísimas y recargadas honras fúnebres de la Iglesia ortodoxa. Borís Yeltsin, presidente de la Federación de Rusia desde 1991, a la muerte de la URSS, hasta su dimisión en 1999, cuando era medio despojo físico de alcohol y mundanidad, ha tenido ese honor o ha muerto en esa circunstancia.

El elogio funerario, pronunciado por un alto prelado, y el juicio público, que ha acompañado su desaparición, han sido del género, básicamente, compasivo, no sin reconocer con plena justicia sus muy notables logros. Los ex presidentes estadounidenses Clinton y Bush padre, media docena de líderes de países de la extinta URSS, entre otros -por España, la presidenta del Tribunal Constitucional-, asistieron a una ceremonia que no constituyó un fenómeno de masas, pero sí congregó a unos miles de personas al paso del armón que conducía el cadáver desde la catedral de Cristo Salvador, no a las murallas del Kremlin como había sido costumbre, sino al cementerio de Novodévichi, donde el primer presidente de la Rusia independiente del siglo XX recibió sepultura con honores también militares.

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