viernes, noviembre 30, 2007

BOLIVIA: El debilitamiento de la institucionalidad

La institucionalidad en el país está sufriendo un grave debilitamiento, lo que se traduce en una virtual paralización del aparato estatal. Los interinatos y las acefalías prolongadas en la conducción de los organismos públicos tienden a ser la norma, sin considerar que, de esta forma, se devalúa el despacho de los asuntos de trámite diario, en unos casos por el desconocimiento que se tiene de las regulaciones existentes y, en otros, por el ingrediente político que se aplica.

Naturalmente que ello conspira contra la eficiencia, lo que va directamente en perjuicio del público, aparte de que muchas veces se puede actuar —aunque sin pretender hacerlo— en detrimento de los propios intereses del Estado. No se ignora que existe la intención de introducir cambios de fondo en la estructura institucional, pero tampoco se debe perder de vista que el desarrollo de un país debe tener una secuencia apropiada, modulando los pasos a darse. En el actual proceso democrático se avanzó mucho en el ordenamiento institucional, en unos casos sobre las experiencias acumuladas en el pasado y en otros proyectando el crecimiento futuro, de manera que Bolivia aproveche, en forma oportuna, los avances acelerados que se dan con la modernidad.

Sería contraproducente y hasta penoso que el país, en vez de progresar, se quede estancado en su desarrollo. Y ocurriría algo peor que retroceda hacia el pasado, como algunos alucinados —ofuscados— pretenden. Corresponde esclarecer lo que está pasando con el aparato estatal. El partido gobernante asumió el control de por lo menos 26 instituciones públicas, las que precisamente forman parte de la institucionalidad alcanzada, con la designación de medio centenar de autoridades interinas. En esta instancia, podría referirse una anécdota. Una persona que fue designada interinamente para dirigir una Supe- rintendencia, lo primero que hizo es llamar al que iba a ser su colaborador inmediato y le preguntó: ¿Qué se hace aquí? El caso más inquietante es el del Tribunal Constitucional. Pese a ser el órgano judicial más relevante de Bolivia, ha colapsado. De sus 10 integrantes, entre titulares y suplentes, sólo queda uno.

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