jueves, noviembre 22, 2007

Gestos para poner freno a Chávez

La Argentina quiere que Venezuela integre el Mercosur. De eso no hay dudas en el gobierno de Néstor Kirchner ni tampoco en el futuro de Cristina Kirchner. Pero quiere, también, que Hugo Chávez y el resto del mundo sepan que Caracas no condicionará, eventualmente como miembro del bloque, el vínculo de la región con la comunidad internacional. La más clara señal de esto podría darse en los próximos días: la diplomacia argentina es una de las principales impulsoras de una iniciativa que podría funcionar como un elocuente símbolo para poner límites al proyecto venezolano pro Irán y, por ende, a las aspiraciones políticas chavistas. La Argentina, con el guiño brasileño, quiere firmar, en la cumbre del Mercosur que se realizará a mediados de diciembre en Montevideo, un acuerdo de libre comercio Mercosur-Israel.
De prosperar las negociaciones que están en danza, Cristina Kirchner encabezaría esa firma, ya como presidenta en funciones. El documento, con o sin Venezuela dentro del bloque, sería un gesto internacional resonante y, al mismo tiempo, un freno a los intereses políticos de Chávez, cuyas relaciones con Israel están severamente dañadas. Más señales de un cambio en el vínculo de la Casa Rosada con Caracas se darían con una eventual solución de la deuda con el Club de París.
Cuestión de dinero
La futura administración enfrentará en 2008 el pago de compromisos externos por casi 7000 millones de dólares. De lograr la cancelación de las deudas con el club, no sólo se abrirían las puertas a las inversiones, sino que además el país podría acceder a fuentes de financiamiento internacional ahora cerradas que permitirían cumplir con aquellos pagos. La diplomacia argentina ya ha comenzado a percibir esa orientación y a trabajar en sintonía, confiaron altas fuentes del área a LA NACION. Tanto para Kirchner como para su esposa, Chávez es, ante todo, una fuente de recursos. De no contar con un acuerdo, y con financiamiento alternativo, el líder bolivariano sería, una vez más, la tabla de salvación a las necesidades económicas argentinas: podría volver a comprar bonos para otra emisión conjunta. Una de las obsesiones de la presidenta electa es arreglar la situación con el Club de París para cambiar la percepción de la Argentina en los grandes centros económicos del mundo.
¿Influirá en esta obsesión su interés por cambiar también el tipo de vínculo que existe hoy con Venezuela? La interpretación diplomática es que, por lo pronto, sin el aprieto financiero, la relación bilateral podría tornarse más institucional, lo que no significa necesariamente más fría. Sería, sí, el fin de la contraprestación política a los favores económicos de Chávez, como por ejemplo tener que acceder a prestarle al líder bolivariano un estadio en el país como sede para sus actos contra el presidente estadounidense, George W. Bush, como ocurrió en 2005. La apuesta del nuevo gobierno en materia de política exterior pasa más por Brasilia que por Caracas. Lo demostró Cristina Kirchner en los últimos días, con la visita que hizo al vecino país, acompañada por el grueso de su gabinete.

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