Una de las principales fuerzas que ha llevado a que los precios del petróleo casi se hayan cuadruplicado en esta década ha sido la voraz demanda por combustibles de China y otros países en desarrollo. Pero con el crudo acercándose a los US$ 100 el barril, la escasez de petróleo y las repentinas alzas de precio están aumentando las tensiones económicas y sociales desde Pekín a Teherán. Esta tensión podría marcar un punto de inflexión en el prolongado auge de la energía. En una medida radical para reducir la demanda, el miércoles China anunció un incremento de casi 10% en los precios locales de la gasolina y el diesel. Esta medida, que reduce la necesidad de China de subsidiar a las firmas petroleras, es vista por analistas como un intento de Pekín de sobrellevar un mercado energético que está fuera de sí.
En China, la escasez del suministro se debe a una combinación entre precios subsidiados y el crecimiento galopante del país, el cual ha llevado a una insaciable demanda de petróleo. A largo plazo, la medida china debería reducir la demanda y podría funcionar como freno a los precios globales. Pero al principio probablemente elevará la demanda. Como el gobierno ha tenido los precios de la gasolina y el diesel a niveles tan bajos, las refinerías chinas limitaban sus compras de crudo. Los nuevos precios les otorgan un incentivo para comprar más petróleo y aliviar así la escasez.
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