lunes, diciembre 24, 2007

El caso Antonini cambió la agenda oficial

La presidenta Cristina Kirchner produjo un drástico giro en su idea original de mejorar las relaciones exteriores y la reinserción en el mundo: en 15 días, el escándalo de la valija de Guido Alejandro Antonini Wilson y las sospechas de dinero destinado a su campaña electoral trastocó su proyecto de estrechar lazos con los Estados Unidos y tomar distancia en lo político, aunque no en lo comercial y económico, de Venezuela. "Hoy, la relación con EE.UU. casi no tiene retorno. En cambio, Hugo Chávez es el amigo más confiable", señaló a LA NACION una fuente oficial al evaluar lo más destacado de las primeras dos semanas de gestión. La Presidenta criticó a Washington por la denuncia judicial en Miami y acordó con el líder bolivariano, en Montevideo, sobre la manera de enfrentar a EE.UU. En forma colateral, también vio frustrado otro de sus objetivos prioritarios previos a asumir: alcanzar un acuerdo con el Club de París para reprogramar la deuda de US$ 6300 millones. Ese logro sería la llave para volver a tener financiamiento internacional y cumplir con los vencimientos externos en 2008 y 2009. La Presidenta programó la reunión más importante en el primer día de su gestión: con el director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn.
El Gobierno quería lograr que el Club de París le hiciera un guiño para evitar un monitoreo del FMI o le permitiera una auditoría acotada. Pero Strauss-Kahn no prometió nada y dijo, más bien, que todo ello dependería del acreedor. No había nada para anunciar. El mejoramiento de las relaciones con Washington que imaginaba la Presidenta buscaba sumar aliados de peso para la negociación con el Club de París. Al día siguiente de recibir a Strauss-Kahn, la Presidenta se enteró de que un fiscal de los EE.UU. sostenía que los US$ 800.000 de la valija de Antonini Wilson habían sido para la campaña presidencial del oficialismo. Ese miércoles, Cristina Kirchner supo que la relación con Washington se resquebrajaba. No valía la pena alejarse más de Venezuela. Ella y Chávez eran el blanco de las acusaciones de la justicia norteamericana. Debían cerrar filas contra Washington.

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