Cuando en la noche de ayer se firmaba en Buenos Aires el acta fundacional del Banco del Sur, la derrota sufrida por Hugo Chávez justo siete días antes en su propio país ensombrecía el que debía ser uno de los mayores momentos de triunfo en la política internacional del mandatario venezolano. En una semana la política exterior de Chávez en Latinoamérica, calificada de "dinámica" por sus seguidores y de "expansionista" por sus críticos, ha sido puesta en entredicho en varios países tras ver la debilidad del líder venezolano en su propio país. Uno tras otro, los pilares en los que asienta su proyecto bolivariano continental han mostrado fisuras.
El revés en las urnas del venezolano desluce un acto que se preveía triunfal. Más allá de los enfrentamientos personales -primero con Alan García de Perú, luego con el rey Juan Carlos y finalmente, por ahora, con el colombiano Álvaro Uribe- es el proyecto de Chávez sobre integración energética, económica y política de Latinoamérica lo que preocupa a muchos de sus vecinos, que han aprovechado el traspié del venezolano para hacer más patentes sus cuestionamientos. Aunque anoche funcionarios colombianos y españoles tenían instrucciones de sus respectivos gobiernos para evitar que tanto Uribe como el príncipe Felipe pudieran convertirse en protagonistas de cualquier hecho susceptible de ser utilizado por Chávez, en los actos de toma de posesión de la presidenta argentina, Cristina Fernández, el vacío que se está creando en torno al régimen venezolano es de un calado mucho más hondo.
Desde la derecha, el presidente de Bolivia, Evo Morales; el de Venezuela, Hugo Chávez; el vicepresidente cubano, Carlos Lage; y el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, reunidos el pasado mes de abril en una cumbre energética celebrada en Venezuela.
REUTERS - 10/12/2007
El primer aviso lo dio Brasil, una semana antes del referéndum cuando decidió apearse del proyecto de construir un gaseoducto desde el Orinoco al Río de la Plata. Una conducción que permitiría colocar a Venezuela en situación de primacía energética en una zona del mundo en crisis de energía casi permanente. Brasil simplemente ya no lo necesita. Mientras comunicaba a Caracas que no participaría en la construcción de una fábrica vital en el proyecto, el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva anunciaba el descubrimiento de una gigantesca reserva de gas y petróleo que incluso puede colocar a Brasil en el interior de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep).
El segundo movimiento también vino desde Brasil. Apenas unas horas después de que Chávez apareciera en televisión reconociendo su derrota, el asesor de política internacional de Lula, Marco Aurélio Garcia, calificó la derrota del venezolano como algo "positivo" para la entrada de Caracas en el Mercosur. Ni Brasil ni Paraguay han ratificado la adhesión venezolana al Mercado Común del Sur. En Brasilia la oposición se resiste a hacerlo por considerar que Chávez trata de utilizar a la organización en beneficio propio. Aduciendo motivos técnicos Brasil y Paraguay han retrasado la ratificación del tratado hasta el año que viene.
En pocos países se vivió tan de cerca el referéndum venezolano como en Bolivia, país que Chávez ha visitado oficialmente siete veces en dos años. La fragmentada oposición boliviana trasladó el escenario venezolano al suyo propio. La derrota chavista contribuyó a rebajar la tensión porque a pesar de que Evo Morales ha continuado con su proyecto y ha aprobado la Constitución sólo con sus partidarios, sus rivales ven ahora en el referéndum que obligatoriamente debe convocarse como una posibilidad real de frenar el proyecto indigenista del presidente boliviano. Y aunque ya llevaba meses enviando señales en ese sentido, otro de los teóricos aliados de Chávez en el continente, el ecuatoriano Rafael Correa, ha comenzado a desmarcarse.
Con estos antecedentes Chávez llegó ayer a la capital argentina. El Banco del Sur es un proyecto impulsado por el venezolano como alternativa a organismos de crédito como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) y está formado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Venezuela, Bolivia y Ecuador. Pero el clima se ha enfriado radicalmente. Varios de los presidentes que firmaban consideran al Banco del Sur un buen instrumento, pero complementario de otros. El Banco contará con apenas 7.000 millones de dólares de capital inicial. Y aunque ayer Chávez hablaba de "500.000 millones de dólares" que podrían llegar, lo cierto es que sus socios han mostrado más entusiasmo en las fotos que en sus bolsillos.
Fuente: Diario El País de España
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