La Franja de Gaza está sufriendo un meteórico desempleo y una gran pobreza. Faltan remedios, electricidad, alimentos y otros recursos esenciales. Virtualmente aislada, es el más probable factor desencadenante de la próxima guerra árabe-israelí.
En las últimas semanas, grupos militantes palestinos lanzaron cohetes y morteros contra Israel. Las incursiones israelíes provocaron bajas entre los palestinos, incluyendo la que mató al hijo de un líder de Hamas. Es improbable que Israel permanezca indiferente mientras el arsenal de Hamas aumenta y los ataques continúan. Y Hamas indudablemente tomará represalias por las muertes.
Los funcionarios de Hamas en Gaza dejaron en claro en las últimas semanas que estaban dispuestos a acordar un cese del fuego recíproco, lo que significaría el fin de los lanzamientos de cohetes y morteros, la interrupción de los ataques israelíes y la apertura de los cruces fronterizos. Desde que Hamas se apoderó de Gaza, en junio pasado, y los islámicos intensificaron su conflicto con el presidente, Mahmoud Abbas, y el primer ministro, Salam Fayyad, sus objetivos principales han sido consolidar su poder sobre el territorio, restablecer el orden y demostrar que es capaz de gobernar. Un conflicto abierto con Israel amenazaría los primeros dos objetivos; el mantenimiento de los cierres de frontera pone en peligro el tercero.
Los oficiales militares israelíes parecen perturbados. No están dispuestos a reingresar en un territorio del cual hace poco se retiraron y no están tan seguros de que incluso una extensa campaña militar pueda detener los cohetes. Por otro lado, acordar un cese del fuego con Hamas y flexibilizar el bloqueo podría fortalecer un movimiento al que están decididos a debilitar. Negociar con los islámicos podría debilitar a Abbas, aumentar la presión que tiene para reconciliarse con Hamas y poner el peligro el frágil proceso de paz reflotado hace poco en la cumbre de Annapolis.
Un cese del fuego va en contra de la actual teoría predominante. Pero es la propia teoría la que va contra toda lógica. Los habitantes de Gaza, agradecidos con Hamas por haber mejorado considerablemente su seguridad, dirán que están afligidos por las penurias económicas y furiosos por el brutal comportamiento de los islámicos. En la medida en que el movimiento ha perdido popularidad, la tentativa de debilitar a Hamas mediante el asedio a Gaza está funcionando. Pero el éxito no tiene importancia. Lo que pierde Hamas no necesariamente lo gana Al-Fatah. Los habitantes culpan a los islámicos de no ser capaces de poner fin al asedio, pero también culpan a Israel de imponerlo, a Occidente de apoyarlo y a Al-Fatah de aceptarlo.
Los efectos del bloqueo
Tampoco hay evidencia de que Hamas vea que su influencia y poder se debilitan. Como suele suceder, el castigo económico perjudica a la población mucho más que a sus líderes. El sector privado está en crisis, lo que hace que los ciudadanos dependan más de quienes gobiernan. En tanto, Hamas encuentra las maneras de financiar su régimen e invoca el asedio para justificar sus prácticas.
En conclusión, cuanto más persista el asedio y aumente la presión sobre Hamas, tanto más los islámicos caerán en la tentación de intensificar el enfrentamiento con Israel.
Entonces, ¿en cuánto tiempo colapsará el proceso de paz? Israel no podrá seguir negociando mientras su contraofensiva en Gaza deja una huella de muerte y destrucción. La amenaza más grave para los progresos diplomáticos surge no de la unidad palestina sino de su división; surge no cuando Hamas puede ganar algo, sino cuando Hamas infiere que no tiene nada que perder.
Israel sabe que Hamas aprovechará un cese del fuego para acopiar más armas. Un cese del fuego debería ser acompañado por límites de seguridad israelíes para lo que podría entrar en Gaza y por un acuerdo más eficaz con El Cairo para reducir al mínimo el flujo de armamentos a través de la frontera de Egipto.
Al conversar con líderes de Hamas y de Israel, resulta evidente que un enfrentamiento militar extremo no es lo que desea ninguna de las partes como primera medida. Pero los hechos, inexorablemente, están llevando rápidamente hacia él.
Fuente: Artículo de opinión que publica el diario La Nación de Buenos Aires
En las últimas semanas, grupos militantes palestinos lanzaron cohetes y morteros contra Israel. Las incursiones israelíes provocaron bajas entre los palestinos, incluyendo la que mató al hijo de un líder de Hamas. Es improbable que Israel permanezca indiferente mientras el arsenal de Hamas aumenta y los ataques continúan. Y Hamas indudablemente tomará represalias por las muertes.
Los funcionarios de Hamas en Gaza dejaron en claro en las últimas semanas que estaban dispuestos a acordar un cese del fuego recíproco, lo que significaría el fin de los lanzamientos de cohetes y morteros, la interrupción de los ataques israelíes y la apertura de los cruces fronterizos. Desde que Hamas se apoderó de Gaza, en junio pasado, y los islámicos intensificaron su conflicto con el presidente, Mahmoud Abbas, y el primer ministro, Salam Fayyad, sus objetivos principales han sido consolidar su poder sobre el territorio, restablecer el orden y demostrar que es capaz de gobernar. Un conflicto abierto con Israel amenazaría los primeros dos objetivos; el mantenimiento de los cierres de frontera pone en peligro el tercero.
Los oficiales militares israelíes parecen perturbados. No están dispuestos a reingresar en un territorio del cual hace poco se retiraron y no están tan seguros de que incluso una extensa campaña militar pueda detener los cohetes. Por otro lado, acordar un cese del fuego con Hamas y flexibilizar el bloqueo podría fortalecer un movimiento al que están decididos a debilitar. Negociar con los islámicos podría debilitar a Abbas, aumentar la presión que tiene para reconciliarse con Hamas y poner el peligro el frágil proceso de paz reflotado hace poco en la cumbre de Annapolis.
Un cese del fuego va en contra de la actual teoría predominante. Pero es la propia teoría la que va contra toda lógica. Los habitantes de Gaza, agradecidos con Hamas por haber mejorado considerablemente su seguridad, dirán que están afligidos por las penurias económicas y furiosos por el brutal comportamiento de los islámicos. En la medida en que el movimiento ha perdido popularidad, la tentativa de debilitar a Hamas mediante el asedio a Gaza está funcionando. Pero el éxito no tiene importancia. Lo que pierde Hamas no necesariamente lo gana Al-Fatah. Los habitantes culpan a los islámicos de no ser capaces de poner fin al asedio, pero también culpan a Israel de imponerlo, a Occidente de apoyarlo y a Al-Fatah de aceptarlo.
Los efectos del bloqueo
Tampoco hay evidencia de que Hamas vea que su influencia y poder se debilitan. Como suele suceder, el castigo económico perjudica a la población mucho más que a sus líderes. El sector privado está en crisis, lo que hace que los ciudadanos dependan más de quienes gobiernan. En tanto, Hamas encuentra las maneras de financiar su régimen e invoca el asedio para justificar sus prácticas.
En conclusión, cuanto más persista el asedio y aumente la presión sobre Hamas, tanto más los islámicos caerán en la tentación de intensificar el enfrentamiento con Israel.
Entonces, ¿en cuánto tiempo colapsará el proceso de paz? Israel no podrá seguir negociando mientras su contraofensiva en Gaza deja una huella de muerte y destrucción. La amenaza más grave para los progresos diplomáticos surge no de la unidad palestina sino de su división; surge no cuando Hamas puede ganar algo, sino cuando Hamas infiere que no tiene nada que perder.
Israel sabe que Hamas aprovechará un cese del fuego para acopiar más armas. Un cese del fuego debería ser acompañado por límites de seguridad israelíes para lo que podría entrar en Gaza y por un acuerdo más eficaz con El Cairo para reducir al mínimo el flujo de armamentos a través de la frontera de Egipto.
Al conversar con líderes de Hamas y de Israel, resulta evidente que un enfrentamiento militar extremo no es lo que desea ninguna de las partes como primera medida. Pero los hechos, inexorablemente, están llevando rápidamente hacia él.
Fuente: Artículo de opinión que publica el diario La Nación de Buenos Aires
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