Hillary Clinton ganó el martes las primarias de Pensilvania, donde tenía que ganar para seguir con vida en esta campaña. Lo hizo por un margen de 10 puntos, suficiente como para reivindicar la vigencia de sus aspiraciones. Pero Barack Obama sigue siendo el favorito para obtener la candidatura demócrata a la presidencia de Estados Unidos.
Ninguno de los dos tiene una clara ventaja en los sondeos en Indiana. Si, después de infinitas conjeturas y cálculos, el propósito de unas elecciones es, sencillamente, el de saber quién tiene más votos o más escaños (léase delegados en este caso), las opciones de victoria de Obama, aunque algo reducidas, siguen siendo muy superiores a las de su rival.
Clinton ganó en Pensilvania con una campaña tan destructiva que el diario The New York Times, que había pedido antes el voto a su favor, la describía ayer en su editorial como "una victoria por el mal camino". Un 68% de los votantes de ese Estado acusan a Clinton de haber jugado sucio contra Obama.
Reglas de la política, puede aducirse. Al fin y al cabo es una victoria que le sirve a Clinton para parecer indestructible, aferrada a su voluntad como un perro de presa; no importa ya si es la mejor candidata, pero la candidata inevitable, la que es imposible apartar del camino, a la que nadie consigue convencer del peligro de continuar con el drama y a la que Obama no encuentra forma humana de rematar.
"Algunos me daban ya por perdida y querían que me fuera, pero el pueblo estadounidense no se rinde y merece un presidente que tampoco se rinda", declaró la senadora por Nueva York en su noche victoriosa en Filadelfia. En efecto, muchos dirigentes demócratas habían soñado con una victoria de Clinton tan apurada como para permitirles exigirle un adiós que pusiera fin a esta guerra civil.
No ha sido así y Clinton no se rinde aún. No se rinde ni siquiera ante la evidencia de unos números adversos. Con su buena actuación en Pensilvania, Clinton recortó en algo más de 200.000 votos la ventaja que Obama llevaba en el cómputo general de estas primarias. Pero el senador de Illinois va por delante todavía con medio millón de votos y, si los pronósticos se cumplen, Obama va a recuperar gran parte de esa pérdida el próximo 6 de mayo en Carolina del Norte, donde las encuestas le dan una victoria holgada. Ese mismo día se votará en Indiana, otro Estado industrial del medio oeste en el que Clinton ha situado su próxima meta. Ninguno de los dos tiene clara ventaja en las encuestas en Indiana.
En Carolina del Norte, Obama va a ganar también, probablemente, los 20 o 30 delegados perdidos en Pensilvania -hay que esperar todavía para conocer la cifra definitiva-, recuperará esa diferencia de 160 delegados de la que gozaba hasta ayer, y se empezará a hablar entonces de las primarias de Puerto Rico, de Virginia Occidental...
Siga leyendo el artículo del diario El País de España
Ninguno de los dos tiene una clara ventaja en los sondeos en Indiana. Si, después de infinitas conjeturas y cálculos, el propósito de unas elecciones es, sencillamente, el de saber quién tiene más votos o más escaños (léase delegados en este caso), las opciones de victoria de Obama, aunque algo reducidas, siguen siendo muy superiores a las de su rival.
Clinton ganó en Pensilvania con una campaña tan destructiva que el diario The New York Times, que había pedido antes el voto a su favor, la describía ayer en su editorial como "una victoria por el mal camino". Un 68% de los votantes de ese Estado acusan a Clinton de haber jugado sucio contra Obama.
Reglas de la política, puede aducirse. Al fin y al cabo es una victoria que le sirve a Clinton para parecer indestructible, aferrada a su voluntad como un perro de presa; no importa ya si es la mejor candidata, pero la candidata inevitable, la que es imposible apartar del camino, a la que nadie consigue convencer del peligro de continuar con el drama y a la que Obama no encuentra forma humana de rematar.
"Algunos me daban ya por perdida y querían que me fuera, pero el pueblo estadounidense no se rinde y merece un presidente que tampoco se rinda", declaró la senadora por Nueva York en su noche victoriosa en Filadelfia. En efecto, muchos dirigentes demócratas habían soñado con una victoria de Clinton tan apurada como para permitirles exigirle un adiós que pusiera fin a esta guerra civil.
No ha sido así y Clinton no se rinde aún. No se rinde ni siquiera ante la evidencia de unos números adversos. Con su buena actuación en Pensilvania, Clinton recortó en algo más de 200.000 votos la ventaja que Obama llevaba en el cómputo general de estas primarias. Pero el senador de Illinois va por delante todavía con medio millón de votos y, si los pronósticos se cumplen, Obama va a recuperar gran parte de esa pérdida el próximo 6 de mayo en Carolina del Norte, donde las encuestas le dan una victoria holgada. Ese mismo día se votará en Indiana, otro Estado industrial del medio oeste en el que Clinton ha situado su próxima meta. Ninguno de los dos tiene clara ventaja en las encuestas en Indiana.
En Carolina del Norte, Obama va a ganar también, probablemente, los 20 o 30 delegados perdidos en Pensilvania -hay que esperar todavía para conocer la cifra definitiva-, recuperará esa diferencia de 160 delegados de la que gozaba hasta ayer, y se empezará a hablar entonces de las primarias de Puerto Rico, de Virginia Occidental...
Siga leyendo el artículo del diario El País de España
No hay comentarios.:
Publicar un comentario