A casi una semana de su asunción, el presidente paraguayo, el ex obispo Fernando Lugo, relevó ayer a los altos mandos de las fuerzas militares y nombró nuevos jefes en el ejército, la fuerza aérea y la armada, que hoy prestarán juramento. En su calidad de comandante en jefe de las desprestigiadas fuerzas armadas paraguayas, Lugo reemplazó a casi toda la cúpula militar, con la excepción del jefe de las fuerzas militares, el general Bernardino Soto Estigarribia, que permanecerá en el cargo. El mandatario designó al general de brigada Catalino Roy Ortiz como jefe del ejército, al general de brigada Roberto Marecos como comandante de la fuerza aérea y al contraalmirante Cíbar Benítez en la dirección de la armada. Todos son considerados militares con una trayectoria de respeto al orden institucional.
En Paraguay, el nuevo presidente acostumbra reemplazar a la cúpula militar que sirvió al gobierno anterior. Los relevos castrenses tienen lugar dos días después de que el gobierno anunciara el nombramiento del nuevo jefe policial, Federico Acuña, que asumirá con el compromiso de aumentar la seguridad en el país y depurar una fuerza desprestigiada por denuncias de abuso de poder. La última gran purga en las fuerzas del orden había tenido lugar en noviembre del 2006, cuando el ex mandatario Nicanor Duarte Frutos -que ayer vio frustrada nuevamente su intención de jurar como senador activo debido a la falta de quórum en el Senado- destituyó al comandante de las fuerzas militares y ordenó cambios en 19 unidades castrenses.
"Los militares nunca más serán utilizados para reprimir o agredir a sus compatriotas. A partir de este momento estarán los servicios de la comunidad", afirmó Lugo el sábado pasado en su pueblo natal, San Pedro, adonde viajó en compañía del presidente venezolano, Hugo Chávez.
Los analistas coinciden en que uno de los desafíos de Lugo en el campo militar será modernizar las fuerzas armadas, desacreditadas por constantes denuncias de corrupción, maltrato a reclutas y varios intentos de golpe de Estado tras el derrocamiento del dictador Alfredo Stroessner, en 1989. El último intento golpista ocurrió en 2000, cuando un grupo de militares atacó con tanques la sede del Congreso, en una revuelta que fue rápidamente sofocada por fuerzas leales al entonces presidente Luis González Macchi. Ayer, por otro lado, el vicepresidente Federico Franco confirmó su distanciamiento de Lugo por haber sido excluido del equipo de asesoramiento del mandatario, pero afirmó que seguirá apoyando al nuevo gobierno, que puso fin a más de seis décadas de hegemonía del Partido Colorado. En Buenos Aires, en tanto, el canciller Jorge Taiana recibió ayer a su par paraguayo, Alejandro Hamed Franco, para analizar cuestiones bilaterales y reafirmar la cooperación entre ambos países.
Fuente: Diario La Nación de Buenos Aires
En Paraguay, el nuevo presidente acostumbra reemplazar a la cúpula militar que sirvió al gobierno anterior. Los relevos castrenses tienen lugar dos días después de que el gobierno anunciara el nombramiento del nuevo jefe policial, Federico Acuña, que asumirá con el compromiso de aumentar la seguridad en el país y depurar una fuerza desprestigiada por denuncias de abuso de poder. La última gran purga en las fuerzas del orden había tenido lugar en noviembre del 2006, cuando el ex mandatario Nicanor Duarte Frutos -que ayer vio frustrada nuevamente su intención de jurar como senador activo debido a la falta de quórum en el Senado- destituyó al comandante de las fuerzas militares y ordenó cambios en 19 unidades castrenses.
"Los militares nunca más serán utilizados para reprimir o agredir a sus compatriotas. A partir de este momento estarán los servicios de la comunidad", afirmó Lugo el sábado pasado en su pueblo natal, San Pedro, adonde viajó en compañía del presidente venezolano, Hugo Chávez.
Los analistas coinciden en que uno de los desafíos de Lugo en el campo militar será modernizar las fuerzas armadas, desacreditadas por constantes denuncias de corrupción, maltrato a reclutas y varios intentos de golpe de Estado tras el derrocamiento del dictador Alfredo Stroessner, en 1989. El último intento golpista ocurrió en 2000, cuando un grupo de militares atacó con tanques la sede del Congreso, en una revuelta que fue rápidamente sofocada por fuerzas leales al entonces presidente Luis González Macchi. Ayer, por otro lado, el vicepresidente Federico Franco confirmó su distanciamiento de Lugo por haber sido excluido del equipo de asesoramiento del mandatario, pero afirmó que seguirá apoyando al nuevo gobierno, que puso fin a más de seis décadas de hegemonía del Partido Colorado. En Buenos Aires, en tanto, el canciller Jorge Taiana recibió ayer a su par paraguayo, Alejandro Hamed Franco, para analizar cuestiones bilaterales y reafirmar la cooperación entre ambos países.
Fuente: Diario La Nación de Buenos Aires
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