miércoles, septiembre 10, 2008

El gran acelerador europeo de partículas arranca con éxito

Poco más de 50 minutos ha tardado el primer haz de protones en recorrer esta mañana, en el sentido de las agujas del reloj, los 27 kilómetros del túnel circular que constituye el Gran Colisionador de Hadrones (LHC en sus siglas inglesas), el acelerador de partículas europeo que busca reproducir las condiciones físicas que dieron lugar al Universo. Este primer paso, solventado con éxito, ha sido recibido con aplausos entre el público congregado en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN). A lo largo del día de hoy está previsto que se emita un segundo haz de protones en el sentido contrario a las agujas del reloj. Todavía habrá que esperar para el primer choque de partículas, informa Alicia Rivera desde Ginebra.

Poco más de 50 minutos ha tardado el primer haz de protones en recorrer esta mañana, en el sentido de las agujas del reloj, los 27 kilómetros del túnel circular que constituye el Gran Colisionador de Hadrones (LHC en sus siglas inglesas), el acelerador de partículas europeo que busca reproducir las condiciones físicas que dieron lugar al Universo. Este primer paso, solventado con éxito, ha sido recibido con aplausos entre el público congregado en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN). A lo largo del día de hoy está previsto que se emita un segundo haz de protones en el sentido contrario a las agujas del reloj. Todavía habrá que esperar para el primer choque de partículas, informa Alicia Rivera desde Ginebra.

La historia de este mastodóntico proyecto, que por fin echa a andar, se remonta a varias décadas en el pasado. La sala de reuniones del partido tory está llena de militantes que charlan tranquilamente cuando, de pronto, la señora Thatcher entra por la puerta. A medida que Thatcher camina por la habitación, los militantes más cercanos forman corrillos a su alrededor y, en consecuencia, dificultan el movimiento de su líder.

Los militantes representan el campo de Higgs, una forma de energía que impregna todo el espacio y confiere masa a las partículas (como Thatcher). Un protón, por ejemplo, no tendría masa si no fuera por el campo de Higgs. Sin ese campo misterioso, todos seríamos livianos como el fotón, y nos moveríamos, como él, a la velocidad de la luz.

La anterior parábola, debida al físico británico David Miller, es un pequeño clásico de la divulgación científica. En 1993, el ministro británico de Ciencia, William Waldegrave, reparó en que su departamento estaba gastando mucho dinero en la búsqueda de una cosa llamada "el bosón de Higgs", y lanzó el desafío: "No sé si financiaré la búsqueda del bosón de Higgs, pero le pago una botella de champán a quien logre explicarme qué es". Miller se ganó el champán con la historia de la señora Thatcher.




El Gran Colisionador de Hadrones (Large Hadron Collider, o LHC), que ha entrado hoy en funcionamiento, a las 9.30 de la mañana, junto a Ginebra, tiene también otros objetivos, pero el principal es encontrar el bosón de Higgs, apodado "la partícula-Dios" por el premio Nobel Sheldon Glashow. Es una predicción central del modelo estándar con el que los físicos describen el mundo subatómico, y observarlo requiere las altas energías de colisión que alcanzará el LHC, un esfuerzo de 6.000 millones de euros.

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