miércoles, octubre 01, 2008

El desempleo y la desesperación golpean en el interior de EE.UU.

En este rincón de los Estados Unidos, conocido como la capital mundial de las casas rodantes, Todd Brink se ganaba la vida produciendo esos brillantes vehículos de gran tamaño que surcaban las amplias carreteras del país. Brink prosperaba, al igual que su industria. Hasta que llegaron los tiempos difíciles.

Las penurias comenzaron cuando los pagos de su hipoteca se dispararon y se secaron sus ahorros, y el año pasado se vio obligado a vender su casa y mudarse con toda su familia a un trailer alquilado por 300 dólares al mes. Como si ello fuese poco, en septiembre la Monaco Coach Corp. cerró la planta que tenía en la zona, y Brink quedó desempleado.

Golpeados por la escasez del crédito, el aumento del precio de los combustibles y el derrumbe de las ventas, en los últimos meses los fabricantes de casas rodantes dejaron cesantes a miles de trabajadores, muchos de ellos del norte y del centro de Indiana. Y Brink, que forma parte de ese grupo de votantes de overol que tanta atención concitan durante la campaña presidencial, hoy trata de imaginar cómo sobrevivir.

"Siempre tuve un colchón de 2000 o 3000 dólares. Ahora no tengo nada", dice Brink, de 38 años, quien trabajó intermitentemente en la Monaco durante 14 años. "Tenía un trabajo que me permitía mantener a mi familia. Ahora no lo tengo. Es devastador."

"Tengo miedo de no poder mantener a mi familia. Todo el peso está sobre mis hombros", agrega Brink, único sustento de su esposa y sus cuatro hijos, el mayor de los cuales tiene 10 años.

La inquietud económica respecto del desempleo, el colapso de Wall Street y el espectro de la recesión han recorrido como un escalofrío toda esta tranquila franja del interior de Estados Unidos. Los vecinos del lugar están alarmados por el alza de los precios, lamentan la pérdida de sus trabajos bien pagos y dudan de que Obama y McCain comprendan sus preocupaciones.

"Todos juegan con nuestro miedo ahora", dice Jody Baugh, un soldador que perdió su trabajo este mes con el cierre de la Monaco. "Si alguno de ellos tuviera que vivir como nosotros un solo día, tendría una perspectiva muy diferente -cuenta-. No tienen ni la más remota idea de las cargas de la vida diaria."

Para ambos trabajadores, la pérdida de sus empleos fue el último de una serie de reveses financieros. Los dos tenían hipotecas con tasa de interés variable que en los últimos años treparon de manera astronómica.

Brink debió vender su casa cuando la cuota de su hipoteca subió de 670 dólares a 1050 dólares por mes. Baugh, de 40 años, quedó atrapado en un aprieto todavía mayor: aumento del costo del seguro de vivienda, gastos médicos comunes y el peso de tener que ayudar a dos de sus cuatro hijas, que van a la universidad. "Esperan que una familia de seis viva con un sueldo de entre 10 y 11 dólares la hora. Es imposible", dice Baugh, acongojado.

Siga leyendo el artículo del diario La Nación de Buenos Aires

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