¿No estará el presidente brasileño Lula da Silva empachándose de éxito? Tras la multicumbre en Suaípe, cerca de Bahía, de la que salía fortalecido su liderazgo latinoamericano, llegaba la reunión anual entre Brasil y la UE, representada esta última con su bulimia política característica por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, en la que se proclamaba a Brasil gran "asociado estratégico" de Europa. La nación americana de habla portuguesa ya era hace unos años un gigante, sí, pero bamboleante, de forma que hoy parece lícito preguntarse si Brasil prefiere ser cabeza de ratón o cola de león, puesto que cuenta con 190 millones de habitantes, pero una renta per cápita que no pasa de los 4.000 euros.
En Suaípe, Lula, que tiene muchísimo que ver con esta nueva imagen de su país, fue anfitrión de todos los Estados latinoamericanos más Surinam y el Caribe. Muy significativamente, no concurrían Estados Unidos, ni Canadá -que sí están en la OEA-, ni España y Portugal, presentes en las cumbres iberoamericanas. En su último viaje como presidente de turno europeo, Sarkozy ha dado en Río, en nombre propio y en el de la UE, una auténtica acolada a Brasil como potencia regional.
El inquilino del Elíseo no firma ni anuncia acuerdos menores. Y así esta vez se ha comprometido a facilitar a Brasilia tecnología para la fabricación de 50 helicópteros para su fuerza aérea y el ensamblaje de cuatro submarinos convencionales y uno nuclear, todo ello en un plazo de 10 años; y acordaba un programa de cooperación medioambiental y acción conjunta para hacer frente a la crisis económica. Total, casi 9.000 millones de euros que, entre otras cosas, servirán a Brasil para desarrollar su propia industria armamentística. De esa respetable cifra, 6.000 millones irán a compañías francesas y el resto, a brasileñas. Un amago de eje París-Brasilia, que no debería dejar indiferente al Gobierno español, podría vislumbrarse ya ante la celebración de la segunda cumbre sobre la crisis global prevista en Londres, a la que concurrirán ambos países y, previsiblemente, también España.
Pero el presidente brasileño no puede presentarse a la reelección en 2010, tras cumplir dos mandatos consecutivos, con lo que se abre el interrogante de si su creciente imagen internacional y voluntad de gran potencia hemisférica son fácilmente transmisibles a su sucesor.
Fuente: Editorial del diario El País de España
En Suaípe, Lula, que tiene muchísimo que ver con esta nueva imagen de su país, fue anfitrión de todos los Estados latinoamericanos más Surinam y el Caribe. Muy significativamente, no concurrían Estados Unidos, ni Canadá -que sí están en la OEA-, ni España y Portugal, presentes en las cumbres iberoamericanas. En su último viaje como presidente de turno europeo, Sarkozy ha dado en Río, en nombre propio y en el de la UE, una auténtica acolada a Brasil como potencia regional.
El inquilino del Elíseo no firma ni anuncia acuerdos menores. Y así esta vez se ha comprometido a facilitar a Brasilia tecnología para la fabricación de 50 helicópteros para su fuerza aérea y el ensamblaje de cuatro submarinos convencionales y uno nuclear, todo ello en un plazo de 10 años; y acordaba un programa de cooperación medioambiental y acción conjunta para hacer frente a la crisis económica. Total, casi 9.000 millones de euros que, entre otras cosas, servirán a Brasil para desarrollar su propia industria armamentística. De esa respetable cifra, 6.000 millones irán a compañías francesas y el resto, a brasileñas. Un amago de eje París-Brasilia, que no debería dejar indiferente al Gobierno español, podría vislumbrarse ya ante la celebración de la segunda cumbre sobre la crisis global prevista en Londres, a la que concurrirán ambos países y, previsiblemente, también España.
Pero el presidente brasileño no puede presentarse a la reelección en 2010, tras cumplir dos mandatos consecutivos, con lo que se abre el interrogante de si su creciente imagen internacional y voluntad de gran potencia hemisférica son fácilmente transmisibles a su sucesor.
Fuente: Editorial del diario El País de España
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