lunes, febrero 23, 2009

Israel gira a la derecha

Con el llamado oficial del presidente Shimon Peres a Benjamin Netanyahu, líder del derechista partido Likud, a conformar un nuevo gobierno después de las elecciones del 10 de febrero, Israel confirma lo mucho que se han desplazado la política y la opinión del electorado hacia la derecha. Likud, el grupo de 'Bibi', como llaman al ex primer ministro, cuenta con la ventaja de que los partidos conservadores pueden hacer una leve mayoría en el parlamento y lograr una coalición de gobierno. Sin embargo, tanto en política interna como en sus relaciones con E.U. las cosas no pintan nada fáciles.

Likud es contrario a la solución de dos Estados (uno israelí y otro palestino, en la que están afincadas las negociaciones hace años) y Netanyahu es partidario de continuar con la construcción de asentamientos judíos en los territorios en disputa. Pero, además, 'Bibi' tiene el respaldo de la nueva estrella de la política israelí, Avigdor Lieberman, controvertido político cuyo partido, Yisrael Beitenu, logró el tercer número de escaños sobre una plataforma más dura, que contempla polémicas medidas contra los árabe-israelíes y endurecer el bloqueo de Gaza.

Netanyahu puede constituir una coalición mayoritaria de derechas con Lieberman y pequeños partidos ultraortodoxos, pero él mismo sabe que quedaría preso de las tendencias más radicales y ha hecho un llamado a las otras dos grandes colectividades, Kadima y el Partido Laborista, de Ehud Barak, para un gobierno de unidad nacional. Aunque ambos descartan la idea, la política israelí abunda en giros inesperados y pragmáticos. Más allá de los tires y aflojes que tendrán lugar en las seis semanas que tiene Netanyahu para conformar gobierno, el verdadero problema es el ánimo del electorado israelí.

Después de ocho años de cohetes de Hamas, la casi totalidad del país respaldó la desproporcionada respuesta militar que dejó a Gaza en ruinas, y votó por los conservadores. Y la nueva administración de Estados Unidos, tradicional protector del Estado judío, parece haber llegado en contravía. La designación de George Mitchell como enviado especial de Obama anuncia que el énfasis estará en buscar una solución negociada del conflicto palestino-israelí. Así que el nuevo gobierno de Israel estará preso entre las exigencias de su electorado y la presión de su mentor. Si su coalición es frágil, no sería raro que Netanyahu corriera la misma suerte que tuvo cuando fue Primer Ministro, entre 1996 y 1999: después de hacer todo lo posible para evitar que las negociaciones lanzadas en Oslo avanzaran, debió ceder a la presión estadounidense y terminó 'quemado' y renunciando. ¿Se repetirá la historia diez años después?

Fuente: Editorial del diario El Tiempo de Bogotá

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