martes, abril 21, 2009

Relevo generacional en Suráfrica


Busisiwe lava platos en un orfanato de Johanesburgo. Está contenta porque Jacob Zuma, el presidente del Congreso Nacional Africano (ANC en sus siglas en inglés), zulú como ella, va a convertirse mañana en el presidente electo de Suráfrica: "Sí; votaré por él. Me parece honesto y... guapo", dice guiñando el ojo. Busisiwe tiene 19 años recién cumplidos y es la primera vez que vota, apenas recuerda el sistema racial del apartheid, oficialmente desaparecido hace 15 años con la llegada de la democracia al país, en el que ha gobernado el ANC desde entonces, apoyado por mayorías del 70%.

No todos los jóvenes opinan como Busisiwe. Sólo un 22% de los electores registrados para votar en estas elecciones tienen entre 18 y 24 años, cuando representan el 37% de una población de 45 millones. No les seduce ni la figura controvertida de Zuma, acusado primero y absuelto después de violación, inculpado por corrupción y librado por un tecnicismo, destronado del poder y aupado al mismo en apenas cuatro años y un polígamo con 18 hijos del que se recuerdan alarmantes declaraciones (luego rectificadas) respecto al sida o a la homosexualidad.

Muchos, como Hayden Manuel, un coloured (raza mixta) de Ciudad del Cabo de 21 años y administrativo, dicen sentirse defraudados por los mensajes de los partidos políticos. "No estoy registrado, no me parece necesario, no hay ningún partido al que crea que deba votar".

Son los jóvenes, especialmente de las áreas rurales, pero también los urbanos y con estudios de secundaria, los más afectados por la pobreza. Dos tercios de los que se encuentran entre 18 y 24 años no disponen de trabajo. Votar al ANC es votar por un partido que hasta ahora no les ha ayudado. Votar a la oposición es, o bien inútil -la mayoría de la población negra, el 80% del total, vota al ANC, el partido que les libró del apartheid-, o insensato: la escisión surgida del ANC, el Congreso del Pueblo (COPE), está impulsada por ex ministros del Gobierno de Thabo Mbeki, que fue obligado a dimitir en septiembre tras su lucha intestina con Zuma, descontentos con su pérdida de poder; es decir, son políticos que ya les han defraudado.

El resto de partidos tienen escaso peso, siguen líneas étnicas (como Inkatha Freedom Party, que domina buena parte de la zona de KwaZulu-Natal

Siga leyendo el reportaje del diario El País de España

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