miércoles, mayo 27, 2009

Chile cosecha los frutos de haber ahorrado durante el auge de las materias primas

Durante el reciente boom en los precios de las materias primas Andrés Velasco, el ministro chileno de Hacienda, fue un aguafiestas. Chile, el mayor productor de cobre del mundo, estaba cosechando la bonanza proveniente de la cuadruplicación del precio del metal, pero Velasco insistió en destinar una buena porción de esos ingresos a un fondo de estabilización.

Cuando los ahorros superaron los US$ 20.000 millones ?más del 15% del Producto Interno Bruto? creció la presión para que el ministro de 48 años rompiera la alcancía. En septiembre, un grupo de manifestantes irrumpió en una presentación de Velasco, portando una pancarta con su figura y gritando "la plata del cobre es para la gente humilde".

Velasco, preocupado de que un alud de ingresos provocara burbujas de crédito y consumo, se mantuvo firme a pesar de que la popularidad del gobierno de la presidenta Michelle Bachelet se desvanecía. La historia latinoamericana, advirtió, está "plagada de episodios de auges mal manejados que terminaron con el desperdicio de los recursos".

Hoy, Velasco parece un profeta. Desde el inicio de la crisis económica global, los precios del cobre han caído 50%, parte del pronunciado declive de otras materias primas. Las economías emergentes que no cuidaron el bolsillo en los años de vacas gordas ahora sufren las consecuencias. La Argentina, donde abunda la soja, enfrenta una posible cesación de pagos mientras que Rusia, rica en petróleo, ha tenido que salir al rescate de bancos y empresas que se sobreendeudaron.

Gracias a la prudencia de Velasco, Chile trata de capear la recesión global por sus propios medios. Las medidas preventivas han permitido que el gobierno no tenga que gastar un solo peso en rescates bancarios. Luego de haber aprovechado la época de bonanza para pagar su deuda externa, Chile es un país acreedor con una calificación de deuda que fue elevada por Moody?s Investors Service en marzo.

El país está destinando parte de sus ahorros del cobre a un gran plan de estímulo que consiste en obras públicas que generan empleo, incentivos tributarios para empresas e inversiones para mantener minas en operación, entre otras medidas. El de Chile es uno de los mayores paquetes de estímulo fiscal del mundo, relativo al tamaño de la economía. El plan chileno equivale al 2,8% del PIB, frente al 2% del PIB en el caso de Estados Unidos. Como resultado, los economistas esperan que la producción anual disminuya 0,5% este año, una caída leve comparada con el desempeño de otras economías. Juan Carlos Huaiquimil, que vende bebidas desde un carrito ambulante, encabeza una de los 1,7 millones de familias, el 40% más pobre de la población, que recibió un bono del gobierno equivalente a US$ 70 en marzo. Huaiquimil dice que el dinero vino como caído del cielo, ayudándole a pagar materiales y uniformes escolares para sus tres hijos. "¿Cuántos países están en situación de poder regalar dinero hoy en día?", pregunta.

La respuesta en los mercados emergentes es no muchos. Durante el auge de las economías emergentes que empezó en 2003, los gobiernos que estaban amasando los dólares provenientes de sus exportaciones de las commodities o bienes manufacturados a menudo alabaron de la boca para afuera la idea de ahorrar para los tiempos difíciles. Países desde Bahrain a Brasil crearon fondos soberanos, vehículos de inversión diseñados para hacer crecer las arcas nacionales.

Pero ahora, cuando el gasto público debe llenar el vacío dejado por la inversión privada, las economías emergentes "tienen una capacidad limitada para reactivar sus economías", dice Claudio Loser, ex economista jefe para América latina del Fondo Monetario Internacional. Por eso la recuperación en muchas economías emergentes probablemente será titubeante, afirma. Brasil e India tienen altos niveles de deuda, algo que compromete los recursos que, de otro modo, serían utilizados para estimular la economía, dice Loser. México, por su parte, no tiene mucho margen de maniobra para fomentar el gasto en parte porque el gobierno destinó más ingresos de los años buenos a gastos corrientes que al fondo soberano del país, dicen economistas.

Siga leyendo el artículo del diario The Wall Street Journal Américas, publicado en el diario La Nación de Buenos Aires

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