El presidente de EE UU, Barack Obama, tendrá que esperar un poco para ver aprobada la reforma del sistema sanitario que ha convertido en su máxima prioridad. Aunque su intención era que las dos Cámaras del Congreso dieran su visto bueno antes de las vacaciones de agosto, es más que probable que congresistas y senadores no se pronuncien hasta septiembre. Así lo anunció ayer el líder demócrata en el Senado, Harry Reid. Obama aceptó la contrariedad, aunque pidió a los legisladores que trabajen para que la reforma pueda entrar en vigor antes de fin de año.
"Creo que es mejor tener un producto basado en la calidad y la razón que tratar de sacar algo como sea", dijo ayer Reid tras asegurar que el Senado no podría llegar a tiempo para votar la reforma antes de las vacaciones de agosto. Por el momento, los distintos puntos de la reforma están siendo debatidos en varios comités del Congreso y el Senado. También
Obama, en un acto en Ohio, aceptó el golpe con deportividad, siempre que los legisladores no aplacen la reforma por el mero hecho de hacerlo. "Está bien. No tengo problema si la gente [del Congreso y el Senado] trabaja duro en este complicado asunto para asegurarnos de que sale bien", dijo el presidente.
Teme la administración, no obstante, que el retraso haga que el asunto pierda fuerza entre la población y eso dificulte la aprobación. Por ello, pidió progresos: "Quiero que la ley salga de los comités" parlamentarios que están redactando su contenido. Ayer mismo, el jefe de Gabinete de Obama, Rahm Emmanuel, se reunió durante tres horas en el Capitolio con un grupo de demócratas contrario a la reforma para acelerar el ritmo. En cualquier caso, el presidente tiene prevista una serie de viajes por todo el país para convencer a los ciudadanos de la conveniencia de la reforma.
Los debates en ambas cámaras están siendo complicados por varias razones. Primero, el temor, tanto de demócratas como republicanos, a que el coste de la reforma se dispare. Además, porque una sanidad universal despierta recelos entre los estadounidenses, que rechazan por naturaleza toda la intervención estatal. También hay sectores que piensan que la reforma les va a perjudicar.
Fuente: Diario El País de España
"Creo que es mejor tener un producto basado en la calidad y la razón que tratar de sacar algo como sea", dijo ayer Reid tras asegurar que el Senado no podría llegar a tiempo para votar la reforma antes de las vacaciones de agosto. Por el momento, los distintos puntos de la reforma están siendo debatidos en varios comités del Congreso y el Senado. También
Obama, en un acto en Ohio, aceptó el golpe con deportividad, siempre que los legisladores no aplacen la reforma por el mero hecho de hacerlo. "Está bien. No tengo problema si la gente [del Congreso y el Senado] trabaja duro en este complicado asunto para asegurarnos de que sale bien", dijo el presidente.
Teme la administración, no obstante, que el retraso haga que el asunto pierda fuerza entre la población y eso dificulte la aprobación. Por ello, pidió progresos: "Quiero que la ley salga de los comités" parlamentarios que están redactando su contenido. Ayer mismo, el jefe de Gabinete de Obama, Rahm Emmanuel, se reunió durante tres horas en el Capitolio con un grupo de demócratas contrario a la reforma para acelerar el ritmo. En cualquier caso, el presidente tiene prevista una serie de viajes por todo el país para convencer a los ciudadanos de la conveniencia de la reforma.
Los debates en ambas cámaras están siendo complicados por varias razones. Primero, el temor, tanto de demócratas como republicanos, a que el coste de la reforma se dispare. Además, porque una sanidad universal despierta recelos entre los estadounidenses, que rechazan por naturaleza toda la intervención estatal. También hay sectores que piensan que la reforma les va a perjudicar.
Fuente: Diario El País de España
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