miércoles, septiembre 23, 2009

Grupos de choque

A medida que pasan las horas desde la llegada del presidente depuesto, Manuel Zelaya, a Tegucigalpa se va conociendo la historia de su regreso, que no es producto de la casualidad o de un momento oportuno, sino de un bien elaborado y ejecutado plan que en palabras de Hugo Chávez aún no ha terminado: “Ahora vamos a hacer lo que tenemos que hacer”.

La situación es grave, un momento histórico determinante que hemos de afrontar los hondureños sin injerencias, pero con ayuda, sin intromisiones, pero con consejos, sin actitudes confrontativas del pasado, sino con acercamiento y tolerancia.

El diálogo de frente al que invitó en el primer momento el ex mandatario desde la embajada brasileña fue desapareciendo al calor de los vítores de sus partidarios para retomar la línea de confrontación y desafío que le será casi imposible, por no perder la esperanza, abandonar.

Es por ello que quienes han estado en la punta de la ofensiva contra el gobierno de Roberto Micheletti marcan distancia del regreso y apelan con firmeza a evitar la violencia y los enfrentamientos. A buena hora.

Desde El Salvador llegan señales que debieran alarmar a la comunidad internacional, particularmente a quienes muy diplomáticamente sonríen y saludan por el giro que ha tomado la crisis política en Honduras y pronostican que “el regreso puede precipitar la solución a la crisis”, como dice la secretaria de Estado de EUA, Hillary Clinton.

Siga leyendo el editorial del diario La Prensa de San Pedro Sula, Tegucigalpa

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