Gines González García y Luís Maira Embajadores de Argentina y Chile respectivamente han escrito el siguiente análisis de la relación bilateral, que publica el diario
LA NACION de Buenos Aires.
Las presidentas Cristina Fernández de Kirchner y Michelle Bachelet se reúnen en Santiago de Chile, hoy y mañana, en el marco de una visita de Estado. Aunque las presidentas se han encontrado en varias oportunidades, no se tratará esta vez de un encuentro presidencial más. Además de las audiencias de la presidenta Fernández de Kirchner con los titulares de los tres poderes del Estado, las mandatarias firmarán un tratado de integración y cooperación.
Juntas también inaugurarán la Feria Internacional del Libro de Santiago, dedicada a la Argentina. Este año, los escritores del país invitado serán casi tantos como los del anfitrión.
Con el retorno de la democracia, argentinos y chilenos hemos sabido construir, con perseverancia y realismo, un vínculo que puede servir como modelo de relacionamiento para nuestra región. En prácticamente todos los temas de la agenda y en todos los niveles del gobierno y la administración se han ido generando mecanismos de entendimiento.
Las diplomacias de ambos países coordinan posiciones en foros multilaterales y regionales. Las fuerzas armadas han constituido una fuerza de paz conjunta para intervenir en operaciones de paz bajo el mandato de las Naciones Unidas. Los vínculos económicos han llevado a multiplicar diez veces el volumen del comercio bilateral y han dado lugar a una inversión chilena en la Argentina con proyectos productivos que ascienden a 16.000 millones de dólares.
Todo esto ha hecho que los ministros de cada área tengan una agenda común y, como este año en Buenos Aires, se reúnan como gabinete binacional, presididos por los cancilleres.
Nuestros parlamentarios y nuestros gobiernos han actuado conjuntamente para que los chilenos y los argentinos que hayan trabajado en ambos países tengan reconocimiento recíproco para obtener sus jubilaciones.
Hace 25 años, el Tratado de Paz y Amistad constituyó una suerte de armisticio para un conflicto que no fue. Se trató de un convenio que buscó resolver los desacuerdos limítrofes y que llevó a la construcción de confianza, la que permitió abrir un horizonte de integración.
LA NACION de Buenos Aires.
Las presidentas Cristina Fernández de Kirchner y Michelle Bachelet se reúnen en Santiago de Chile, hoy y mañana, en el marco de una visita de Estado. Aunque las presidentas se han encontrado en varias oportunidades, no se tratará esta vez de un encuentro presidencial más. Además de las audiencias de la presidenta Fernández de Kirchner con los titulares de los tres poderes del Estado, las mandatarias firmarán un tratado de integración y cooperación.
Juntas también inaugurarán la Feria Internacional del Libro de Santiago, dedicada a la Argentina. Este año, los escritores del país invitado serán casi tantos como los del anfitrión.
Con el retorno de la democracia, argentinos y chilenos hemos sabido construir, con perseverancia y realismo, un vínculo que puede servir como modelo de relacionamiento para nuestra región. En prácticamente todos los temas de la agenda y en todos los niveles del gobierno y la administración se han ido generando mecanismos de entendimiento.
Las diplomacias de ambos países coordinan posiciones en foros multilaterales y regionales. Las fuerzas armadas han constituido una fuerza de paz conjunta para intervenir en operaciones de paz bajo el mandato de las Naciones Unidas. Los vínculos económicos han llevado a multiplicar diez veces el volumen del comercio bilateral y han dado lugar a una inversión chilena en la Argentina con proyectos productivos que ascienden a 16.000 millones de dólares.
Todo esto ha hecho que los ministros de cada área tengan una agenda común y, como este año en Buenos Aires, se reúnan como gabinete binacional, presididos por los cancilleres.
Nuestros parlamentarios y nuestros gobiernos han actuado conjuntamente para que los chilenos y los argentinos que hayan trabajado en ambos países tengan reconocimiento recíproco para obtener sus jubilaciones.
Hace 25 años, el Tratado de Paz y Amistad constituyó una suerte de armisticio para un conflicto que no fue. Se trató de un convenio que buscó resolver los desacuerdos limítrofes y que llevó a la construcción de confianza, la que permitió abrir un horizonte de integración.
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