Ha tenido que ser el país más poderoso del mundo el que se ha metido de lleno en la crisis hondureña. No lo logró ni el flamante premio nobel de la Paz Óscar Arias ni la Organización de Estados Americano (OEA) ni las Naciones Unidas ni las amenazas de Hugo Chávez ni las advertencias de la Unión Europea. La salida a la crisis la empujó Estados Unidos.
Ha tenido que ser el país más poderoso del mundo el que se ha metido de lleno en la crisis hondureña, un conflicto que amenazaba con el ser el lunar obscuro de la política exterior del presidente Barack Obama.
Y es que para quemar los últimos cartuchos, Estados Unidos mandó a su subsecretario de Estado para América Latina del Departamento de Estado de Estados Unidos, Thomas Shannon, acompañado por el subsecretario Adjunto Principal para el Hemisferio Occidental, Craig Kelly y el Asistente Especial del Presidente y Director Principal para Asuntos del Hemisferio Occidental, Dan Restrepo para enrumbar la salida al conflicto político hondureño.
Y es que para la administración del presidente Obama, la crisis hondureña pasó de un pequeño dolor de cabezas a una migraña permanente, que le ha provocado incluso una confrontación entre republicanos y demócratas en Estados Unidos.
Desde un principio de la crisis, Estados Unidos sonó ambivalente y en ningún momento quiso calificar los hechos del 28 de junio como un golpe de estado militar, condición que hubiera significado la suspensión de todo tipo de ayuda a Honduras.
Sin embargo, Estados Unidos para presionar a las nuevas autoridades constituidas quitó las visas a los nuevos funcionarios y empresarios que habían expresado su simpatía por la destitución de Zelaya y además suspendió desembolsos de varios proyectos no humanitarios.
La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, hizo reiterados llamados a las partes en conflicto a negociar sobre la base de la propuesta del acuerdo de San José, un plan diseñado por Washington y planteado por Oscar Arias, presidente de Costa Rica.
Tras agotadoras jornadas de negociaciones que tuvieron un punto álgido la semana pasada, cuando la delegación de Zelaya dio por roto el diálogo, al rechazar la última propuesta de la delegación del presidente Roberto Micheletti de una posible tercería.
Zelaya planteó que la crisis se superaba si la decisión del retorno se debatía en el pleno de la cámara legislativa, pero los delegados de Micheletti señalaron que esa decisión debía tomarse en el pleno de la Corte Corte Suprema de Justicia.
Tras agotarse el diálogo, el mediador de la OEA John Bield planteó que los hondureños estaban hastiados de la crisis y exigían una salida. Biedl se marchó para Washington a dar un informe a la OEA.
Estados Unidos, al ver que la crisis no tenía salida, decidió mandar una delegación de alto nivel los que al final ha empujado para que los hondureños decidan una salida a la crisis política que ha mantenido en vilo al país durante los últimos cuatro meses.
Fuente: Diario El Heraldo de Tegucigalpa, Honduras
Ha tenido que ser el país más poderoso del mundo el que se ha metido de lleno en la crisis hondureña, un conflicto que amenazaba con el ser el lunar obscuro de la política exterior del presidente Barack Obama.
Y es que para quemar los últimos cartuchos, Estados Unidos mandó a su subsecretario de Estado para América Latina del Departamento de Estado de Estados Unidos, Thomas Shannon, acompañado por el subsecretario Adjunto Principal para el Hemisferio Occidental, Craig Kelly y el Asistente Especial del Presidente y Director Principal para Asuntos del Hemisferio Occidental, Dan Restrepo para enrumbar la salida al conflicto político hondureño.
Y es que para la administración del presidente Obama, la crisis hondureña pasó de un pequeño dolor de cabezas a una migraña permanente, que le ha provocado incluso una confrontación entre republicanos y demócratas en Estados Unidos.
Desde un principio de la crisis, Estados Unidos sonó ambivalente y en ningún momento quiso calificar los hechos del 28 de junio como un golpe de estado militar, condición que hubiera significado la suspensión de todo tipo de ayuda a Honduras.
Sin embargo, Estados Unidos para presionar a las nuevas autoridades constituidas quitó las visas a los nuevos funcionarios y empresarios que habían expresado su simpatía por la destitución de Zelaya y además suspendió desembolsos de varios proyectos no humanitarios.
La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, hizo reiterados llamados a las partes en conflicto a negociar sobre la base de la propuesta del acuerdo de San José, un plan diseñado por Washington y planteado por Oscar Arias, presidente de Costa Rica.
Tras agotadoras jornadas de negociaciones que tuvieron un punto álgido la semana pasada, cuando la delegación de Zelaya dio por roto el diálogo, al rechazar la última propuesta de la delegación del presidente Roberto Micheletti de una posible tercería.
Zelaya planteó que la crisis se superaba si la decisión del retorno se debatía en el pleno de la cámara legislativa, pero los delegados de Micheletti señalaron que esa decisión debía tomarse en el pleno de la Corte Corte Suprema de Justicia.
Tras agotarse el diálogo, el mediador de la OEA John Bield planteó que los hondureños estaban hastiados de la crisis y exigían una salida. Biedl se marchó para Washington a dar un informe a la OEA.
Estados Unidos, al ver que la crisis no tenía salida, decidió mandar una delegación de alto nivel los que al final ha empujado para que los hondureños decidan una salida a la crisis política que ha mantenido en vilo al país durante los últimos cuatro meses.
Fuente: Diario El Heraldo de Tegucigalpa, Honduras
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