El Ejército de Pakistán ha pedido a la OTAN que sus tropas desplegadas en Afganistán sellen la frontera "para prevenir el paso de hombres y armas", justo cuando sus fuerzas tratan de hacerse con el feudo de los talibanes paquistaníes en Waziristán del Sur.
El Ejército de Pakistán ha pedido a la OTAN que sus tropas desplegadas en Afganistán sellen la frontera "para prevenir el paso de hombres y armas", justo cuando sus fuerzas tratan de hacerse con el feudo de los talibanes paquistaníes en Waziristán del Sur. Islamabad y Kabul se acusan mutuamente de la porosidad de una linde que ambos saben imposible de controlar tanto por el terreno escarpado de sus 2.400 kilómetros, como por los lazos familiares que unen a los habitantes de ambos lados. En esos vínculos radica parte de la complicidad local con los talibanes y, sin embargo, se trata de dos insurgencias distintas, que discrepan sobre la relación con el Gobierno paquistaní.
"Comparten algunos objetivos similares, desean que las fuerzas extranjeras se vayan de la región. También existen lazos tribales, ya que muchos de los clanes tienen miembros a ambos lados de la frontera. Sin embargo, los talibanes afganos tienen una agenda distinta. Aunque reciban apoyo de base de los paquistaníes, no necesariamente comparten la postura agresiva de éstos hacia las autoridades de Pakistán. Es una diferencia importante que ellos mismos han dejado clara", explica por teléfono Richard Barnett, un experto en Al Qaeda que coordina el equipo de vigilancia de las sanciones de la ONU (Al Qaeda Taliban Monitoring Team).
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