Los dos países principales emisores de gases invernadero, China y Estados Unidos, están teniendo su particular enfrentamiento en la cumbre del clima. Entre los dos países generan el 42% de los gases que calientan la atmósfera en el planeta, pero eso no les impide que se dé por hecho que van a estar en el carril lento de la lucha contra el cambio climático. Seguirán, pues, sin las ataduras que implicará la prórroga del protocolo de Kioto (que sólo impone recortes de gases a otras 37 naciones ricas). La UE les ha reclamado que incrementen sus promesas en materia de reducción de emisiones para salvar las negociaciones del clima, pero estas potencias demuestran que su guerra es otra, y viene condicionada por la dura competencia bilateral por la supremacía económica futura. El presidente Barack Obama y el primer ministro chino, Wen Jiabao, se verán las caras en Copenhague, en donde un total de 110 líderes mundiales se darán cita, a partir de hoy, en el segmento ministerial de la conferencia. Pero la cumbre encara sus últimos tres días con todos los acuerdos por cerrar. Sólo hay coincidencia en constatar el caos organizativo. Ha sido tal que la ONU ha decidido restringir las acreditaciones a las ONGs, para evitar el colapso provocado por la marea de asitentes, que superaban el aforo del recinto del BellaCenter.
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