¿Tendrán los EEUU un sistema de salud universal tras esta reforma?
No, pero se acercarán bastante. La ley incluye la obligación a todos los ciudadanos de contratar una póliza de seguro sanitario privado, así como subvenciones públicas bastantes generosas para individuos y familias que hasta ahora no podían sufragar su coste.
Estas subvenciones representan buena parte de los 940.000 millones que costarán los cambios en el sistema. Se espera que unos 30 millones de personas pasarán a estar cubiertos. Por lo que sólo se quedarían fuera entre 5 y 7 millones de personas, además de los inmigrantes indocumentados, que son unos 11 millones.
¿Es una gran victoria para Obama?
Sí, sobre todo porque había puesto toda la carne en el asador, y una derrota habría debilitado su presidencia, y no sólo en cuestiones internas, sino también internacionales. A causa de la fuerza de los lobbies, la reforma se había mostrado esquiva a muchos de sus predecesores, y de ahí su naturaleza histórica.
Ahora bien, el contenido final de la reforma es más modesto de lo que proponía Obama en su programa electoral. Por ejemplo, no habrá apenas una expansión de la sanidad pública, que hoy cubre a las personas jubiladas, y a las familias por debajo del umbral de la pobreza. El objetivo era que quienes no tienen hoy seguro se pudieran acoger también a la sanidad pública pagando una cuota. Es decir, que pudieran escoger entre pública y privada. Sin embargo, la llamada "opción pública" no tuvo suficiente apoyo en el Senado.
¿Por qué les ha costado tanto a los demócratas pasar la ley si tienen mayoría en el Congreso?
Por dos razones. En primer lugar, los republicanos han sido capaces de mantener sus filas prietas, y no han dejado que ningún congresista, ni tan siquiera los pocos centristas que quedan en el partido, apoyara a Obama en este asunto, dando un barniz bipartidista a la reforma.
En segundo lugar, porque los demócratas consiguieron la mayoría en las dos cámaras a base de ganar en los feudos tradicionales republicanos presentando candidatos muy moderados. Estos han sido los que han descafeinado la ley, y dificultado el proceso. Además, en el Senado, donde tenían los 60 votos justos, perdieron uno clave al imponerse de forma sorprendente un republicano en las elecciones al escaño del difunto senador Ted Kennedy.
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