Judíos y musulmanes se disputan los mismos espacios en Jerusalén, y eso complica el diálogo. Lejos de estar ligado únicamente a temas políticos de control de tierra y a cuestiones de soberanía y de gobierno, el conflicto entre israelíes y palestinos tiene cada vez más un fuerte componente religioso. Este factor influye en su dinámica diaria y tiene el peligroso potencial de agudizar la disputa.
En esta ecuación, los lugares sagrados tienen un papel más que preponderante. Yitzhak Reiter, catedrático del Colegio Académico de Ashkelon y del Instituto Jerusalén para el Estudio de Israel, explicó a LA NACION que "los lugares sagrados tienen un rol central en el conflicto en la zona, porque le dan su dimensión emocional y lo convierten en un conflicto de carácter religioso". Según Reiter, "esto sirve para acercar a gente que está lejos de la zona misma del conflicto, como sucede con el mundo musulmán, de 1300 millones de personas, que se identifica, apoya y se manifiesta cada vez que los palestinos afirman que Al-Aqsa está en peligro. Y eso da mucha fuerza".
Sin duda, el nombre de la mezquita más sagrada de Jerusalén es el más conocido: Al-Aqsa, que en árabe significa "la más lejana". Para los musulmanes, esta mezquita, aunque no es la de mayor imponencia y presencia en el lugar, es el principal santuario musulmán de la ciudad.Y a pesar de que está, teológicamente, en tercer lugar después de La Meca y Medina, ha sido tal su presencia política en la discusión pública desde que Israel tomó control de Jerusalén oriental, en junio de 1967, que hay quienes opinan que no es menos importante que La Meca.
El problema principal en el lugar es que, según la tradición judía, la mezquita de Al-Aqsa fue construida justamente sobre los restos del Templo de Jerusalén, destruido en el año 70 por el Imperio Romano.
"Los musulmanes no dan importancia a restos arqueológicos en el lugar, mientras que Israel sí", dice Reiter. "Es que nosotros necesitamos esas pruebas de nuestra antigua presencia en el lugar, mientras que los musulmanes tienen las mezquitas en pie, sobre la tierra, y no necesitan explicar nada."
La mezquita de Al-Aqsa tiene una cúpula gris, que fue construida en 635 por el califa Omar Ibn Khattab, mientras que la más imponente, de cúpula dorada, conocida como El Domo de la Roca (mal llamada mezquita de Omar), fue construida por Abdel Malik en 692.
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