versidad. Esta fue la palabra más mencionada ayer por Sebastián Piñera, desde uno de los balcones de La Moneda, en su primer discurso como Presidente de la República. Y la utilizó no sólo para hacer una descripción de los efectos del terremoto que golpeó al centro y sur de Chile y de su plan de iniciar la reconstrucción del país. También la situó como el contexto en que su gobierno buscará lograr su anunciada meta de una "nueva transición".
Piñera también marcó un contraste en temas valóricos con la administración anterior, diciendo que su gobierno apuntará a "construir un Chile en que el valor de la vida y de la familia sean siempre sagrados".
El Presidente llegó a Palacio cerca de las 21.20 horas, fuertemente custodiado por la policía y no en el tradicional Ford Galaxy descapotable por el retraso en el programa.
Con todo, Piñera se tomó un breve respiro antes de salir al balcón del salón Toesca de Palacio. Junto a su esposa, Cecilia Morel, dio un par de vueltas por la sala. Y con un intempestivo "ahora, vamos", apareció junto a su familia para saludar a los adherentes que lo esperaban en la Plaza de la Constitución.
Y partió su intervención diciendo que había debido asumir en un contexto "histórico y dramático". Histórico por la celebración en septiembre próximo del Bicentenario de la independencia. Y dramático por el terremoto y tsunami de hace dos semanas.
Así, delineó lo que llamó las "dos grandes misiones" de la "generación del Bicentenario": reconstruir lo devastado por la tragedia -"vamos a reconstruir (las cosas) mejor"- y lograr una "nueva transición, joven, de futuro".
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