Las diversas organizaciones regionales y el MSM han recibido la tarea de llenar el vacío que dejan los últimos resabios del sistema político que el domingo parecería que han dejado de existir.
Aunque la estrechez de los resultados de las elecciones del pasado domingo en lugares clave no permite aún un balance final de los aspectos cuantitativos de la voluntad popular expresada a través de las urnas, hay algunos hechos que, más allá de lo que indiquen las frías cifras definitivas, ya pueden ser considerados como parte fundamental del nuevo escenario político nacional.
Uno de ellos, quizás el más importante, es el relativo a la eliminación de los últimos vestigios que quedaban de la vieja oposición política. De ella no ha quedado nada en pie, lo que se puede interpretar como la apertura del camino que conduzca a una muy saludable y urgente renovación.
Es tan significativo ese hecho que la principal fuerza opositora en la Asamblea Legislativa Plurinacional, la que hace sólo cuatro meses logró congregar a su alrededor a casi un 30 por ciento de la votación, no ha sido capaz de presentar ni un solo candidato en todo el territorio nacional.
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