Los guiños de sintonía comenzaron desde temprano. Apenas ingresó en la Casa Rosada, Sebastián Piñera le dijo a Cristina Kirchner lo que ésta necesitaba escuchar: Chile respaldará la candidatura de Néstor Kirchner para la Unasur. La Presidenta replicó la gentileza y de inmediato firmó el plácet de aceptación del embajador chileno en Buenos Aires, Miguel Otero Lathrop, un dirigente político que tuvo un pasado pinochetista.
Ese fue apenas el primer intercambio que exhibieron ambos mandatarios. El mensaje que dejó la visita relámpago que ayer realizó el nuevo presidente chileno fue claro y contundente: Piñera y Kirchner acordaron profundizar los vínculos entre Santiago y Buenos Aires sin reparar en diferencias ideológicas.
Y acompañaron los gestos con anuncios y compromisos: el mandatario chileno anticipó que la Argentina será convocada a participar en las licitaciones de obra pública para el programa de reconstrucción nacional luego del terremoto, que demandará una inversión directa de US$ 10.000 millones. Y pidió avanzar en la unificación de políticas migratorias y aduaneras.
La presidenta Kirchner no se quedó atrás: comprometió una misión comercial en mayo para que el empresariado argentino pueda aprovechar las oportunidades de negocios que presentará el programa para reedificar el país tras la catástrofe de febrero y aseguró que "en absoluto" cambiará la relación con Chile por ser el nuevo gobierno de "otro signo" político.
Audiencia a solas
Los mandatarios escenificaron el acercamiento bilateral en una audiencia a solas en la Casa Rosada y luego en un almuerzo en el Palacio San Martín. "Tal vez hubo algunos temores o aprensiones por el hecho de que un gobierno de un signo político no similar al de la Argentina podría afectar las relaciones. Quiero garantizarles a todos que en absoluto puede suceder una cosa así", afirmó la presidenta Kirchner.
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