viernes, agosto 20, 2010

EEUU deja un futuro incierto para Irak

Siete años después de que el entonces presidente Bush anunciara prematuramente el fin de la guerra, y en cumplimiento de una promesa electoral hecha por Obama, las tropas de combate de EEUU se van de Irak dejando atrás un país en el que ni siquiera está asegurado el suministro regular de fluido eléctrico. No hay Gobierno. Existe la posibilidad real de una fragmentación entre el norte kurdo, el centro de mayoría suní y el sur chií. Aumenta la influencia del vecino régimen iraní de los ayatolás. Al Qaeda, inexistente antes de la invasión, está bien presente, y no remite la violencia que el pasado mes de julio se cobró 396 muertos civiles y 57 solo el martes pasado.

El conflicto bélico, que formaba parte de la genérica guerra contra el terror lanzada por la Casa Blanca después del 11-S, se basó en la mentira de que el tirano Sadam Husein tenía armas de destrucción masiva. Pese a la ausencia de cobertura legal de la ONU, el Gobierno neocon de Bush se lanzó a la guerra coreado por Tony Blair y José María Aznar, integrantes del nefando trío de las Azores.

Si la guerra fue un error, también lo fue la posguerra, sin un auténtico proyecto de reconstrucción del país que creara unas instituciones sólidas. En su lugar, se dejó que fueran los exiliados iraquís con conexiones en el Pentágono quienes gestionaran políticamente la nueva situación en beneficio propio. No supieron evitar una guerra civil y aún hoy, cinco meses después de unas elecciones democráticas, los distintos partidos son incapaces de ponerse de acuerdo para formar Gobierno.

Existe la opinión de que la retirada de las tropas de combate de EEUU –quedarán unos 50.000 soldados para tareas de formación-- alejará el fenómeno de la violencia, pero, con el vacío de poder político existente, puede ocurrir todo lo contrario. Después de una guerra ilegal y una larga ocupación militar extranjera, Irak es hoy un país política y socialmente desestructurado y empobrecido, de futuro incierto. En la retórica estadounidense, Irak iba a ser un faro de democracia que iluminaría el castigado y conflictivo Oriente Próximo. La realidad es que la guerra fue un error, y su resultado, un fracaso por el que los iraquís han pagado un precio altísimo, especialmente en vidas.

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