lunes, septiembre 13, 2010

El corazón, cuestión de Estado

La vasta mayoría de los accidentes cardiovasculares ocurren durante la edad media de la vida. Esto es así porque la aterosclerosis, un fenómeno que comienza tempranamente y se caracteriza por acumular grasas en múltiples segmentos de todo el árbol arterial, hace eclosión entre los 50 y los 70 años, momento coincidente con la edad en que la denominada "clase dirigente" empieza a ocupar espacios trascendentes en la vida pública.

Algunos ejemplos lo ilustran. Los tres hombres de la histórica conferencia de Yalta padecieron y sufrieron de igual forma. Winston Churchill murió senil y con múltiples accidentes cerebrales (infartos lacunares). Franklin D. Roosevelt, más tempranamente, como consecuencia de una hemorragia intracraneana, y Josef Stalin, por un evento isquémico en el mismo órgano. Los tres tuvieron hipertensión arterial, un factor asociado con la progresión de la enfermedad y que afecta a 1 de cada 4 personas en el mundo.

Juan Perón es otro caso. Sufrió más de un infarto cardíaco. Sus arterias coronarias exhaustas acabaron por dañar a tal punto su corazón que murió asfixiado como consecuencia de la insuficiencia cardíaca en que derivó su enfermedad.

Mao y Boris Yeltsin, ambos en ejercicio del poder, debieron ser operados con la técnica del bypass por la agresividad de esta enfermedad.

Dos ex presidentes argentinos, Carlos Menem y Fernando de la Rúa, enfrentaron la necesidad de revascularizar arterias obstruidas durante sus mandatos. Uno su arteria carótida y el otro, un vaso coronario.

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